miércoles, 22 de julio de 2009

Segunda entrada del Desnudo: Sobre esa ausencia de tema que me jode tanto

Hay algo que me dio algo de risa rabiosa cuando escribí esta entrada. Comencé cuatro veces la primera línea, es decir, la borré y la rehíce cuatro veces. Y en los cuatro intentos habían seis primeras líneas diferentes entre sí; es una lástima que el lector deba tener la certeza de que nunca sabrá del contenido de esas líneas. Tan solo yo tuve, de forma temporal, acceso a esos pentimentos, y debo decir que fueron el producto de una frustración apresurada, que solo deja ver mi obsesión latente sobre mi incapacidad de encontrar un buen (o mal) tema para descoserme eyaculando bloques enteros de palabras. Por fortuna recientemente descubrí —gracias también a un amigo— que la ausencia de tema, esa especie de generador de horror vacui que me jode cuando veo el espacio invadido de nada es, precisamente, algo que puedo aprovechar. Y escribir acerca de esa falta de tema es en sí una opción de tema. Es algo que me deja mover las tiesas falanges de ambas manos, para deleite y ejercicio míos. Y eso es lo que me gustaría. Porque cada vez que me llega a la cabeza el deseo de usar el medio escrito y tengo el tema para hacerlo, siento una deliciosa ansiedad, como la que le puede dar a un niño cuando, luego de muchos gemidos y machacadas del control, está llegando al final de un nivel en algún videojuego obtuso y sanguinolento de última generación. Y yo, siguiendo la analogía barata, ya tengo un nuevo juego, sin importar cuanto me dure el gusto. Qué buena epifanía.
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