domingo, 25 de octubre de 2009

Teatro orquesta

El arribo al teatro se hizo dentro de los estándares de puntualidad marcados en cualquier manual de urbanidad; Media hora antes. Sin embargo la fila ya hacia palidecer cualquier intento por ingresar temprano y tomar buenos puestos (adelante y en el centro). Por lo cual mis amigos y yo recurrimos a las estratagemas típicas de todo buen colombiano; pasearse por la extensa fila intentando hallar algún conocido que nos permitiera colar. En esta ocasión tuvimos éxito, no solo logramos entrar temprano, pues los organizadores se apiadaron debido a las gotas que caían y anunciaban el diluvio (que nunca llego)si no que tomamos buenos puestos(adelante y en el centro).

Adentro todo empezó con una advertencia de comportamiento que me hizo suponer que los días anteriores la gente no se había comportado del todo bien, el hombre que nos pidió compostura lamento que se hicieran cosas como risas desafortunadas, murmullos, sonidos de celulares y sonidos de las sillas que sonaban bruscamente cuando la gente se levantaba.

Luego del sincero discurso de aquel preocupado sujeto, el recinto quedo a oscuras y el colectivo de la universidad de Caldas inicio su montaje “la muchacha de los libros usados” donde todos pudimos ver la perdida de la inocencia femenina con ayuda de las fuerzas militares y la crudeza de los valores machistas cultivados en nuestra país, incluso en estos tiempo de seguridad democrática.

En medio de la función pude notar cómo se volvían hechos todas las advertencias escuchadas minutos antes por el presentador, las risas aisladas que rompían el silencio hicieron presencia, los diversos sonidos de celulares se les unieron, pronto también los ruidos de las sillas y por último las toces colectivas. Todo se torno una orquesta disonante que “animó”aun más la dramática obra, los shh no tardaron en aparecer y la velada estuvo terminada.

Aunque los fuertes aplausos y la ovación hacia los actores opacaron lo ocurrido, la pena ajena que tuvimos los que valoramos el silencio y el respeto, fue monumental, y me ronda la pregunta, que tan preparado esta el pueblo ibaguereño para el arte o mejor en este caso el teatro? Tanto que lo pedimos y sin embargo… Pocos de los menos insulsos mortales fueron, dicha y pesar.

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