miércoles, 2 de octubre de 2013

Observación de sábado

- En el colectivo 55 iba una pareja. Tendrían unos sesenta años. Ella hablaba con mucho entusiasmo, se la pasaba sonriendo. Parecía recién enamorada... quizás lo estaba. Enfocaba su mirada en él, pero no la mantenía fija. Recorría el rostro de él de arriba abajo, de un lado a otro. No giraba su cabeza ni nada; solo los ojos. Se movían como una máquina registradora en sentido horario. No se detenían. Sus ojos eran un frenesí pero solo abarcaban una cosa, a una sola persona: a él, cada imperfección, cada gesto, cada rasgo.

Esto tenía tanto de conmovedor como de enfermizo. Si me fijaran la vista así, me volvería loco; no podría aguantarlo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nos gusta que prueben algo de nuestros frutos sin más, pero nos gusta más cuando nos hacen saber si los temas están jugosos, si hay muchas pepas entre ideas, si el sabor de su lectura es bueno o si están biches o muy maduros; Así que adelante, deja tu semilla, tu esputo, tu abono o tu espalda para recostarte, lo agradeceremos y sabremos darle su buen uso.