domingo, 6 de octubre de 2013

Una carta a mí mismo

La siguiente es una transcripción de una carta que me escribí recientemente. No está fechada adrede, así que el único indicio que tendré en el futuro de una fecha aproximada será esta entrada. La carta fue escrita para un pequeño concurso de cartas de amor propio que se hizo en la tertulia a la que voy desde hace ocho años. Le hablé de la carta a Juan y éste me sugirió que la transcribiera, pues hay en ella un tema que me produce cierta ansiedad en mi actualidad; según Juan, al momento de escribir "la fuerza radica en la sinceridad" (dispensarán la cacofonía triple) y creo que en la carta hay algo de eso. Por eso decido transcribirla, más que para otros para mí, para encontrarme con ella en el futuro por si la versión original se pierde y así leerme y pensar un poco en todo lo que se gana, para la vida y la escritura cuando se escribe en estado de "desnudez". Y sacarme una sonrisa, una que espero muy amplia. 

En el momento de transcribir tenía los ánimos muy desgranados (suele pasarme los sábados desde hace años), pero por fortuna logré encontrar un poco de fuerza para obligarme a hacer el ejercicio de sentarme y pasar del papel a la pantalla esta carta. La transcripción intenta ser una reproducción exacta, sin correcciones de estilo (ni siquiera tildes) y anexando las palabras tachadas y las inclusiones de última hora. Así que ahí va.

La carta en papel ocupó dos hojas carta por ambos lados.
Como la mia lettera es enorme, la carta parece más extensa de lo que es en realidad.

Quiubo usted...

Disculpe pero no quería usar saludos como "querido", "amado" o cosas así. No se, como que nos sentiríamos incómodos con expresiones de autoafecto, al menos en un principio. Ya tendremos que recurrir a alguna de ellas más adelante; usted sabe, eso es necesario. Siempre es necesario que quienes lo quieren a uno se lo digan con palabras, no con gestos, que lo Verbalicen sin pena, vamos, que los gestos son dicientes pero la cosa es que también estamos hechos de palabras, ¿no? y cuando nos dicen cosas como que lo quiero mucho (y sí, lo quiero Alfonso... Un poco extraño al escribirmelo, pero se que valorará el esfuerzo de decirle esto, de escribirlo y dejarlo en el papel para que más adelante lo lea y se sonría solito, esté donde esté, porque hace algún tiempo, en algún lugar del pasado que no importa [y que por eso dejé deliberadamente esta carta sin fechar], usted, yo, nos dejamos de verguenzas y no temimos que esto se nos volviera vanidad y logramos [bueno, en realidad lo logré yo, este Alfonso que mañana ya será otro y logrará así que cuando el Alfonso del mañana lea esto sepa que aquí no estuve solo yo haciendo una carta de amor propio sino que hubo y hay un nosotros, un desdoblamiento que, sabemos, fue necesario para podernos escribir a nosotros mismos, que ya no podremos bañarnos dos veces en el mismo rio]... y logramos decirnos esa palabra tan necesaria, ese gesto en últimas, porque decir también es actuar, es salir de la inactividad, bueno, cuando esa palabra está cargada de sentido, que si no pues solo es hablar por hablar, y eso es algo que usted y yo no solemos hacer)... cuando nos dicen cosas de cariño, uno se siente un poquito más uno, uno se siente bien, nos sentimos bien, con ganas de abrir nuestro diccionario y rela regalarle palabras a la gente, palabras llenas de cosas buenas, y a veces tantas que toca meterlas en paréntesis y en más paréntesis... jeje, nos gustan los paréntesis...

Bueno, la intención con esta carta no es solo decirle que lo quiero Alfonso (ya ve, la segunda vez es menos complicada.). También hay otras cosas. Trataré de ser breve, pues mi presente así lo tiene definido. Espero que no le suene a sermón o algo parecido: 

- Espero que en su presente haya logrado tener bien claro qué es lo que espera de su vida, y que sea lo que usted realmente quiera hacer. Y que no se aburra, usted suele aburrirse de las cosas hombre, y así luego termina no haciendo mayor cosa.
- Si sigue siendo un desastre, tranquilo, estoy orgulloso de que aun lo sea. Con tal de que sea un desastre interesante, je, je.
- Si sigue estando más solo que la una, tranquilo. La cosa es que ese tiempo de no tener pareja lo haya usado bien en conocerse y quererse. Bueno, disculpe, este punto acusa un poco de mi ansiedad en mi presente sobre esto... Entonces... Nada, que ojalá haya descubierto y vivido muchos matices de las relaciones con otras muje personas, que tener pareja no es la última o la mejor forma de relacionarse. Entonces espero eso, que sepa mucho más de eso que yo.
- espero que siga viendo películas de Wes Anderson una y otra vez. Y que siga leyendo el principito una vez al año, y que esté contento con su vida, con los suyos y suyas. 


- No es más Alfonso. Por ahora. Le dejo un espacio para una respuesta, →añada más hojas si quiere    si quiere. No nos veremos en el futuro, pero espero que se acuerde de mí. Un abrazo... yo seguiré bañándome en este río. 
Atte: Alfonso 
Durán 
Rincón

Por si de pronto no se entiende la parte de la flecha.

P.D.: En el concurso mencionado todos los que participamos contribuimos con mil pesos y unos dulces como "botín" para el ganador. Las reglas eran simples: teníamos que escribir, en el transcurso de una hora, las cartas a mano. Luego cada uno de nosotros pedía leer en voz alta la carta de alguno de los participantes, sin poder elegir la propia, pues decidimos que la cosa sería muy sesgada y que podría existir el riesgo de "lagrimear". Luego cada uno ponía el nombre del participante cuya carta considerara la mejor, la ponía en una bolsa y luego se hacía el conteo. No gané el concurso, pero el ganador (que se llevó siete mil pesos, un bombón de chocolate y un pirulito de coco) me confesó que había votado por mí.

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