lunes, 27 de enero de 2014

Viernes 24 de enero de 2014




Hoy, después de casi dos meses, me sentí de nuevo un ser humano. Sí, un ser humano. Y es que he descubierto que cosas tan simples como ponerme un pantalón largo, una camisa y medias me hacen sentir vivo y cómodo.

En Buenos Aires estamos pasando por una de las oleadas de calor más fuertes de toda la historia y he tenido que llegar al punto de usar shorts, bermudas y hasta chancletas para poder medianamente darle la cara al mundo. Viviendo esa incomodidad por tantos meses fue un alivio que hoy pudiera simplemente vestirme, salir a caminar y sentirme vivo, sentirme humano.

Disfrutaré este fin de semana de tregua porque la otra semana se viene de nuevo el calor y tendré que volver a las incomodas andanzas que me alejan de mi confort y humanidad pero me permiten sobrevivir ante la fuerza del clima que me pone a soñar día tras día con la llegada, aún lejana, del invierno.

sábado, 25 de enero de 2014

Enero 25

- Me acabo de dar cuenta de que la razón por la que no estoy escribiendo bien es que estoy demasiado encerrado. Si bien detesto hablar con otro ser humano que apenas conozco, si bien cualquier cosa me molesta de cualquier persona, necesito estar entre seres humanos funcionales, que tienen pareja y trabajo y casa y quizás hijos y hasta un perro. Necesito rodearme de eso que me resulta tan ajeno e inalcanzable, sintiéndome como un intruso, como un vigilante, como un fantasma que registra. Yo no soy más que eso. De eso se trata lo que escribo y quizás esa es mi forma personal de absorber energía: capturando a los demás —antes dibujándolos, hoy escribiéndolos—, robándoles partes para mis propias creaciones. En estos últimos días he acentuado demasiado mi encierro.

A propósito de eso, también sé que Argentina es mi cueva, que este es el lugar al que vine para hacer cosas que nadie sepa y sin que me vean ni midan el paso del tiempo en mi cuerpo o en mi rostro. Argentina es el refugio al que escapé, en el que me aislé del que todavía considero mi mundo real. El de Argentina es un estado mental y espiritual, un retiro, quizás un largo viaje a bordo de una novela frágil que hace agua en cada tormenta.

Lo que yo soy acá no es el Capablanca de verdad, pero sin duda, cuando vuelva a la realidad, cuando despierte de este profundo coma, quedaré marcado por el álter ego con el que me muevo actualmente. Probablemente hable distinto, probablemente mire de forma distinta, probablemente me sientas distinto, probablemente huela y me mueva de otra forma (¿más ligera? ¿Más pesada?), y es probable que esas secuelas no te gusten.

miércoles, 22 de enero de 2014

Una carta de amor para un concurso de hace años

Sobre esta carta cuento que la escribí en el 2008 para un concurso de epístolas que la tertulia Liberatura hace anualmente, el cual gané (creo que me dieron 8 mil pesos, mil por cada participante inscrito), y que iba dirigida a alguien que me gustaba mucho en ese entonces (y aun ahora, aunque de forma diferente). Seis años después la releo y la encuentro empalagosa, saturada de barroquismos, un poco lastimera. Pero no me disgustó nada de esto. Incluso me divertí en la relectura y me reí un poco de ese Alfonso que, además de intentar sacarse un diablo de la cabeza, quería ganarse unos pesos para la cerveza (o para comer alguna arepa rellena o empanadas; me inclino más por la opción alimentaria), bajo un seudónimo que saqué de una página que aparentemente arrojaba el equivalente de mi nombre en idioma élfico: Lólindir Elanessë.

Realmente no tengo muy claro qué busco al publicar esta carta. Pienso en las razones y se me ocurren varias, sin que ninguna me convenza a pleno. Quizás al publicar esto aquí sienta que existe la posibilidad de que la mujer a quien iba dirigida la carta desde un principio la lea, así jamás llegue a saber que es ella la destinataria. Puede ser que solo quiera compartir algo aquí y sacar un poco del abandono este blog, o más bien sacarlo de mi abandono, que quiero asumir esta vez como una falta; así que, para reactivar esto con celeridad y al no haber escrito algo nuevo últimamente, recurro de nuevo a textos viejos pero "inéditos".  O tal vez quiera llamar la atención, como es usual, e incluso ir más allá y esperar puerilmente que cualquier otra chica lea la carta, se conmueva con sus letras y me ofrezca salir con ella y quiera ser la musa de nuevas y más excitantes cartas...


-Bueno, ya, contrólese, que se le notan demasiado las ansias. Compórtese, carajo, o lo hago comportar yo, descarao.

Bueno, me controlo, aunque no entiendo por qué cree que puede amenazarme. Contrólese usted, también.

-Está bien, está bien, también me calmo. Pero por favor, deje la majadería.

Ah, ya comenzó de nuevo... mejor hablamos luego. 


Pueden ser todas las razones o ninguna de ellas. Lo cierto es que está el deseo de hacer pública la carta. Y como suele pasarme con ciertas ideas persistentes que me llegan de repente, ese deseo me picaría en la mente con fuerza si hiciera caso omiso o no atendiera oportunamente a su llamado. Dejo entonces la carta, sin ediciones ni modificaciones, y no molesto más la vida por hoy, esperando de verdad molestarla en breve y poder así decir que volví a este espacio. 


P.D.: Originalmente, la carta que entregué estaba en físico, por lo que habrán referencias a la hoja de papel que ya no aplican al presentarla en este formato. Espero sepan comprender....

miércoles, 8 de enero de 2014

8 de Enero de 2014

Busco razones para seguir escribiendo una novela que hace meses dejé de escribir. Busco y busco (en verdad que busco) pero entre más lo hago, más lejano me siento de todo. Como si encontrarle algún tipo de sentido a esta novela pudiera poner en peligro mi existencia(o quizás mi salud).

A veces pienso que esta búsqueda no es más que un alargamiento de mi huida, porque eso si lo tengo claro, estoy huyendo de todo, una buena excusa para seguir perdido, anestesiado en la nada; como estos años de exilio dentro de mi mismo. Porque el lugar donde menos estoy es en Argentina, aunque el afuera intente demostrarme lo contrario. Yo lo sé; sigo atrapado en un lugar sin nombre y sin salida.