Sobre esta carta cuento que la escribí en el 2008 para un concurso de epístolas que la tertulia Liberatura hace anualmente, el cual gané (creo que me dieron 8 mil pesos, mil por cada participante inscrito), y que iba dirigida a alguien que me gustaba mucho en ese entonces (y aun ahora, aunque de forma diferente). Seis años después la releo y la encuentro empalagosa, saturada de barroquismos, un poco lastimera. Pero no me disgustó nada de esto. Incluso me divertí en la relectura y me reí un poco de ese Alfonso que, además de intentar sacarse un diablo de la cabeza, quería ganarse unos pesos para la cerveza (o para comer alguna arepa rellena o empanadas; me inclino más por la opción alimentaria), bajo un seudónimo que saqué de una página que aparentemente arrojaba el equivalente de mi nombre en idioma élfico: Lólindir Elanessë.
Realmente no tengo muy claro qué busco al publicar esta carta. Pienso en las razones y se me ocurren varias, sin que ninguna me convenza a pleno. Quizás al publicar esto aquí sienta que existe la posibilidad de que la mujer a quien iba dirigida la carta desde un principio la lea, así jamás llegue a saber que es ella la destinataria. Puede ser que solo quiera compartir algo aquí y sacar un poco del abandono este blog, o más bien sacarlo de mi abandono, que quiero asumir esta vez como una falta; así que, para reactivar esto con celeridad y al no haber escrito algo nuevo últimamente, recurro de nuevo a textos viejos pero "inéditos". O tal vez quiera llamar la atención, como es usual, e incluso ir más allá y esperar puerilmente que cualquier otra chica lea la carta, se conmueva con sus letras y me ofrezca salir con ella y quiera ser la musa de nuevas y más excitantes cartas...
-Bueno, ya, contrólese, que se le notan demasiado las ansias. Compórtese, carajo, o lo hago comportar yo, descarao.
Bueno, me controlo, aunque no entiendo por qué cree que puede amenazarme. Contrólese usted, también.
-Está bien, está bien, también me calmo. Pero por favor, deje la majadería.
Ah, ya comenzó de nuevo... mejor hablamos luego.
Pueden ser todas las razones o ninguna de ellas. Lo cierto es que está el deseo de hacer pública la carta. Y como suele pasarme con ciertas ideas persistentes que me llegan de repente, ese deseo me picaría en la mente con fuerza si hiciera caso omiso o no atendiera oportunamente a su llamado. Dejo entonces la carta, sin ediciones ni modificaciones, y no molesto más la vida por hoy, esperando de verdad molestarla en breve y poder así decir que volví a este espacio.
P.D.: Originalmente, la carta que entregué estaba en físico, por lo que habrán referencias a la hoja de papel que ya no aplican al presentarla en este formato. Espero sepan comprender....