viernes, 15 de agosto de 2014

La palabra del mudo

Quienes me conocen saben el cariño especial que tengo por Julio Ramón Ribeyo, también saben que he buscado por años su obra, especialmente la palabra del mudo (cuentos completos) y la tentación del fracaso (parte de sus diarios).  Una búsqueda Ardua en Colombia, pero casi sin sentido en Argentina donde no se publicó prácticamente nada suyo y donde es un completo desconocido.

En mi paso por Perú logré hacerme con dos de sus novelas: Los geniecillos dominicales y crónica de san Gabriel, pero de sus obras mayores tan solo una pequeña edición pirata llamada la palabra del mudo, un librito rojo con unas extrañas caras superpuestas dentro de girasoles. En su interior tiene errores tipográficos en abundancia y solo unos veinte cuentos de Ribeyro, cada uno acompañado con una de sus frases célebres. Libro que para mí tiene una gran carga de afecto por lo que significó su búsqueda y su encuentro.


Hace unos meses estuvo la posibilidad de conseguir la palabra del mudo en Colombia, en la feria del libro, pero por falta de seriedad de las personas que podían ayudarme y por supuesto por la distancia todo se vino abajo. También estuve a punto de quedarme con la tentación del fracaso en Lima, pero problemas de distancia y de cambio de monedas lo impidieron de nuevo. Cuando mis esperanzas habían vuelto a quedar flotando, apareció en internet una publicación de la palabra del mudo, editado en España en dos mil diez. No lo pensé demasiado, me aventuré hasta la librería en pleno centro de Buenos Aires y pude hacerme con el libro. La alegría fue inmediata, me cambió la cara amarga y una semana dura, por párrafos de felicidad y una enorme sonrisa. Contar con los cuentos de Ribeyro es contar con parte de su amistad y de su agradable compañía. Ahora solo queda ponerme al día, habitando esos mundos que le heredó a la humanidad.

2 comentarios:

  1. Estupendo, Carlos. Felicitaciones y ánimo. Queda en inmejorable compañía espiritual.

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  2. Gracias, Daniel. Y si, quedo en hermosa compañía.

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Nos gusta que prueben algo de nuestros frutos sin más, pero nos gusta más cuando nos hacen saber si los temas están jugosos, si hay muchas pepas entre ideas, si el sabor de su lectura es bueno o si están biches o muy maduros; Así que adelante, deja tu semilla, tu esputo, tu abono o tu espalda para recostarte, lo agradeceremos y sabremos darle su buen uso.