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miércoles, 22 de enero de 2014

Una carta de amor para un concurso de hace años

Sobre esta carta cuento que la escribí en el 2008 para un concurso de epístolas que la tertulia Liberatura hace anualmente, el cual gané (creo que me dieron 8 mil pesos, mil por cada participante inscrito), y que iba dirigida a alguien que me gustaba mucho en ese entonces (y aun ahora, aunque de forma diferente). Seis años después la releo y la encuentro empalagosa, saturada de barroquismos, un poco lastimera. Pero no me disgustó nada de esto. Incluso me divertí en la relectura y me reí un poco de ese Alfonso que, además de intentar sacarse un diablo de la cabeza, quería ganarse unos pesos para la cerveza (o para comer alguna arepa rellena o empanadas; me inclino más por la opción alimentaria), bajo un seudónimo que saqué de una página que aparentemente arrojaba el equivalente de mi nombre en idioma élfico: Lólindir Elanessë.

Realmente no tengo muy claro qué busco al publicar esta carta. Pienso en las razones y se me ocurren varias, sin que ninguna me convenza a pleno. Quizás al publicar esto aquí sienta que existe la posibilidad de que la mujer a quien iba dirigida la carta desde un principio la lea, así jamás llegue a saber que es ella la destinataria. Puede ser que solo quiera compartir algo aquí y sacar un poco del abandono este blog, o más bien sacarlo de mi abandono, que quiero asumir esta vez como una falta; así que, para reactivar esto con celeridad y al no haber escrito algo nuevo últimamente, recurro de nuevo a textos viejos pero "inéditos".  O tal vez quiera llamar la atención, como es usual, e incluso ir más allá y esperar puerilmente que cualquier otra chica lea la carta, se conmueva con sus letras y me ofrezca salir con ella y quiera ser la musa de nuevas y más excitantes cartas...


-Bueno, ya, contrólese, que se le notan demasiado las ansias. Compórtese, carajo, o lo hago comportar yo, descarao.

Bueno, me controlo, aunque no entiendo por qué cree que puede amenazarme. Contrólese usted, también.

-Está bien, está bien, también me calmo. Pero por favor, deje la majadería.

Ah, ya comenzó de nuevo... mejor hablamos luego. 


Pueden ser todas las razones o ninguna de ellas. Lo cierto es que está el deseo de hacer pública la carta. Y como suele pasarme con ciertas ideas persistentes que me llegan de repente, ese deseo me picaría en la mente con fuerza si hiciera caso omiso o no atendiera oportunamente a su llamado. Dejo entonces la carta, sin ediciones ni modificaciones, y no molesto más la vida por hoy, esperando de verdad molestarla en breve y poder así decir que volví a este espacio. 


P.D.: Originalmente, la carta que entregué estaba en físico, por lo que habrán referencias a la hoja de papel que ya no aplican al presentarla en este formato. Espero sepan comprender....

sábado, 31 de agosto de 2013

Quejas

Va a sonar a lo de siempre, pero ayer tenía una idea de lo que quería escribir para el blog. Tenía muchas cosas para decir pero como ya era muy tarde y mis papás se habrían inquietado si siguiera trasnochando, no bajé a teclear y publicar antes de que el cerebro se me comiera casi todo. Solo me queda un fragmento, una versión muy devastada de lo que quería decir; acaso no era nada importante. 

Sí, no se... ¿Qué cosa importante tengo para decir con todo lo que está pasando? El paro, la avanzada minera, la crisis, el desempleo, todas esas vainas. Y frente a eso sería algo irresponsable dedicarme a hablar de mí, de que me compré esto, de que no hice esto, de que por la noche me siento de muy bajos ánimos y esas cosas. O al menos siento eso, a veces lo siento así.

- Entonces deje de pendejear y dedíquese al periodismo, denuncie todos esos hechos, haga algo por su país y deje de quejarse.

Sí, podría ser. Pero no... tampoco sabría qué decir... si lo hiciera me llegaría pronto la impotencia más grande, de saber que mi esfuerzo no va a recibir eco, de que no va a cambiar nada si denuncio o no, a juzgar por las miles de denuncias que se hacen a diario por las atrocidades más grandes: ¿han hecho algo para cambiar? Poco o nada, así es...

- Eso no es tan cierto. Si la gente se hubiera quedado callada cuando los conflictos en Egipto o Siria, hubiera sido lamentable. Y sin embargo y a pesar de la situación adversa, se logró hacer algo, o al menos toda la injusticia no quedó totalmente impune. Sencillamente son ganas suyas de llorar, y nada más. 

Bueno, sí, también. Pero está el otro detalle, el que me parece más terrible, más de burgués si quiere: de repente me comienza a dar un desgano tremendo hacia lo que escribo, me aburre.

- Ah, ahí sí se jodió. Qué tristeza, que vergüenza hablar con usted. De repente también me comienza a dar un desgano tremennndo hacia lo que dice usted. Bah.

NO, espere, hablemos...

- Bah.

Espere, espere... tampoco es para tanto... además no le creo de a mucho...

- Uhmmm...

domingo, 17 de marzo de 2013

Rojazno Duro

Para esta entrada decidí que voy a escribir cualquier cosa, de cualquier manera. ¿Qué le parece?

- Por mí está bien, pero... ¿qué entiende usted por cualquier cosa? porque la verdad mi impresión es que usted aquí siempre escribe cualquier cosa de cualquier manera. No veo la novedad, solo el anuncio de algo previsible.

Bueno, sí, es cierto eso, pero esta vez es dierente porque realmente pienso escribir cualquier cosa en esta entrada. Y de cualquier manera.

- Está bien, pero insisto en que sería bueno que me explicara qué diferencia hay entre lo que va a hacer ahora y lo que ha hecho siempre... no es mentira cuando le digo que no entiendo qué quiere hacer...

- Déjelo, es otro más de sus delirios... siempre está creyendo que es diferente de los otros y no es más que un repetidor y un calcado...

- Vea, no se meta. Usted no tiene nada que hacer por acá. 

- ...bueno, está bien. Para serle sincero no tenía ni ganas de molestar ahora. No sé ni siquiera por qué metí la cucharada en este plato. No me haga caso...

- Y ahora ¿qué pasó?

- No sé, no sé, nada, no pasa nada.

- Viejo, si es por la manera de dirigirme a usted hace un rato, le ofrezco una...

- No, no, no es eso... Es que... no sé, más bien luego conversamos.

- Está bien, vaya a descansar, que lo necesita.

- Bueno...



lunes, 11 de marzo de 2013

Más feo que el silencio o al menos menos bello


Vuelvo otra vez a lo mismo: ganas de escribir, pero sin tener ni la más mínima idea de qué quiero escribir, sobre qué, sobre quién incluso.Es algo que tiene que estar, incluso en la forma d la partícula más diminuta, porque es un punto de partida necesario; no importa si luego no se sabe a dónde se va, no importa el derrotero, siempre y cuando se comience, se de el primer teclazo, se tenga una idea apenas audible pero presente que de inicio a la escritura. En este caso, como dije al principio, vuelvo a lo mismo: a escribir sobre el hecho de que no sé qué escribir. Creo que es la tercera o cuarta vez que me pasa en los últimos días, o semanas, no me acuerdo. Puede que no sea nada, pero para mí es mucho, considerando que no he escrito casi nada en meses. Bueno, la verdad esto es nada. Nada es nada. Bah, me fui al carajo ya. Hora de divagar… mucho más.


- ¿Qué quiere usted decir?

- ¿Decir con qué?

- Con que es hora de divagar mucho más, así, con los puntos suspensivos.

- Pues de que he comenzado divagando y de que, pese a la futilidad del asunto, más vale divagar más, con tal de escribir.

- Sí, bueno, pero ¿para qué hace lo posible por escribir?

- Para no callarme, loco, para no quedarme en silencio.

- Pero si como dice el dicho, si no tienes nada más bello para decir que el silencio, mejor no digas nada, ¿no sería más adecuado callar? ¿No sería más bello?

- Quizá sí, pero es que yo soy feo y terco.

- ¿Y eso qué?

- Pues que mis palabras son feas y tercas. 

- Tampoco se de tanto látigo...

- No, no es que sea algo malo o algo que no me agrade... la cosa es que se, o más bien tengo la fuerte impresión de que lo que estoy escribiendo ahora no es más bello que el silencio, y más aun, que tiende mucho hacia lo contrario. Y como soy terco prefiero llenarme de fealdad, que al menos es acción, a ser bello y quedarme quieto. Entonces, como lo más adecuado es callarse, busco hacer lo contrario.

- Ah, veo… así es usted, imagino que irá a decir.

- Si, así soy, quizá la razón sea más compleja, espero que lo sea, pero sí, así soy. ¿Cómo supo que yo iba a decir eso?

- Simple. Usted escribe ambos diálogos. En algún momento tenía que ponerse de acuerdo para acabar con esta vaina e irse a dormir.

- Sí, tiene razón, no me esforcé demasiado esta vez por hacer dos voces o al menos dos modos distintos de mí que pudieran separarse y establecer diálogos. Quizá es capricho. Quizá se me acabó la energía o el interés y preferí no meter misterios bobos, ir al grano y cerrar esto de una.

- Entonces estamos de acuerdo…

- Sí, estamos de acuerdo, por más raro que suene ese estamos. Ahora, la cosa es tratar de lograr un punto de conclusión, para que esto no quede como en las nubes. ¿Qué propone?

- Uhmmmm…

- ¿Uhmmmm qué?

- Espere. Uhmmmm…

- Uhmmmm… espero…

- Ya. Sencillo. Con esto logré mi cometido.

- ¿Con qué?

- Pues con toda esta perorata. Ponga cuidado, está como elevado.

- Lo siento, debe ser el sueño.

- Entonces es hora de ir a dormir, ya la hora de divagar pasó.

- Entiendo… qué bien, no hablé de nada, ¡qué extraño orgullo…!

- Tampoco es que no haya hablado de nada. Mire, habló de…

- Sí, ya se, un par de temas, como el volver a usar formas desesperadas de iniciar la escritura, que más vale escribir por escribir que dejar de hacerlo, aun cuando el hecho mismo de escribir por escribir sea algo inútil y que no lleve a ningún  lado, o que no aporte nada a algo más serio, pues de todos modos el texto queda, se puede revisar, se pueden encontrar pequeños rastros de luz entre tanta mugre, y que eso vale en cuanto a que por más distraída que haya sido la escritura, fue trabajo hecho, fue materia prima que fue creada a partir de lo mejor y lo peor, lo más precioso y lo más flojo de mí, que existe al menos como idea puesta en palabras y no como idea flotante, sin asidero… y que no existiría y no habría nada que comenzar a explotar si no se hubiera escrito por escribir… y por eso no fue un trabajo en vano.

- Uy. No se si habló de tooodo eso antes, pero…

- Qué importa. La tarea está hecha. Vámonos a dormir, ¿Sí?

- Vale, no hay problema, pero usted se queda aquí.

- Bueno. ¡Hasta pronto, muchacho!

- ¿Así, sin chistar?

- Sí, no me importa. Total, a la próxima se queda usted, así que ojo.

- ¡!

sábado, 5 de marzo de 2011

Lluvia en el corazón (...)

Hoy es día de lluvia. No lo dicen las noticias ni el periódico, las nubes no se muestran grises y hay sol de verano y la gente no lleva paraguas y camina feliz por los parques, con sus gafas oscuras y su sonrisa festiva. Pero llueve. Llueve en mi corazón, llueve en mi alma, llueve en mi mente. Llueve y llueve sin parar. Llueve sin que lo anuncien las noticias, sin que lo sospechen las nubes, sin que se enteren de ella los alegres veraneantes. Pero llueve. Llueve dentro de mí, llueve sin agua, sin viento de lluvia, sin frío de lluvia. Pero llueve. Llueve sin importar que nadie lo sepa, llueve sin importar que se inunde poco a poco mi ser, llueve sin poder saber nada de esta lluvia, lluvia que no moja, pero que duele. Porque no se sabe el porqué de esta lluvia, ni el cómo de esta lluvia, ni el cuándo ni el cuánto. Sólo se sabe que llueve. Y que duele. Por eso hoy es día de lluvia.

Porque llueve.















- ¿Ya se fue?


- Espere…


- Uhmmm…


- Un momento, espere, espere…


- ¿Ya?

-Un poco más, un poco… parece que ya.

- Uff… viejo, pero qué texto tan espantoso.

- Cómo, ¿Le parece?

- Claro viejo, es muy malo. ¿O es que a usted…?


- ¡Hombre, lógico que también, es un texto horrible, malísimo! Carajo, no me crea tan idiota.


- Está bien, no se enoje… pero sí, que vaina tan mala.


- Sí, muy mala, pero mucho muy mala.


- De las peores cosas que le hemos visto hasta ahora, ¿No?


- De verdad que sí. No recuerdo algo tan malo…


- ¿Será que tantos meses de ausencia le hicieron daño? Porque permítame decir que esto es un fiasco, un gran fiasco…


- Sí, ¡Carajo de los carajos! menudo… menudo fiasco, sí…


- Sí, ¡Es un Fiasco fiascoso! Desde el título ya veía venir la catástrofe. Parece el título de una pésima balada, de ésas que rotan en las radios muchas veces para ver si pega, y cuya letra es tan estúpida que la gente termina por aprenderla sin que tenga la menor intención de memorizarla... Y luego esa caravana de lugares comunes, puestos ahí no más, como sin ganas ni ánimo, como calcando una formulita, ¿No? De verdad que provoca luego darle una patada en las manos por haber cometido eso, carajo.


- Sí, sí, no puedo estar más de acuerdo, sí…


- ¿Y qué me dice de la palabra llueve? ¿Sabe cuántas veces la repite? ¡Dieciséis veces! ¡Parece una lluvia de llueves, solo que no mojan, molestan! ¿Acaso no se dio cuenta de lo molesto que es repetir una palabra porque sí, sin una intención clara? Porque no nos engañemos, intención no había. Y si en algún momento la hubo, que backspace me borre si no es cierto, pero no lo logró, ¡Vaya que no lo logró!


- Sí, sí, que desastre, de verdad que sí. Ahora bien…


- “Sí, sí, qué desastre”, “sí, sí, qué malo”, “sí, sí, qué fiasco”, “sí, sí, sí”… ¿Se puede saber qué carajayes pasa?


- ¿Carajayes? Pero si no pasa nada… no entiendo de qué…


- No finja, no sea falso, sí pasa algo y quiero saber qué es.


- Que no pasa nada.


- Que sí.


- Hombre, que no pasa nada, tan solo déjeme…


- ¡Déjese más bien de pendejadas! Desde que comencé a hacer mi crítica abiertamente destructiva acerca de ese trozo de basura que aquel dejó por aquí como si fueran las porquerías que un perro callejero dejó en mitad de un andén, usted no ha dejado de mostrarse condescendiente para con lo que he dicho. Es muy irritante: primero este criminal con su lluvia de llueves y ahora usted con su lluvia de sís, como si se estuviera casando a las carreras, como queriendo salir del paso. Y eso, mi querido compañero, es algo muy molesto y que me tiene muy cabreado. Por eso pregunto, ¿Qué carajayes pasa?


- Pasa que por andar jodiendo con insultos baratos hacia un texto evidentemente malo, no me ha dado un momento para decirle…


- ¿Decirme qué?


- Que no se ha dado cuenta.


- ¿Dado cuenta de qué?


- De que ese texto fue escrito así a propósito.


- ¿Ah, sí? ¿Y se puede saber, Don Deductor Agudo de Misterios, cómo llegó a tan sagaz conclusión?


- No sé, hombre, no sé, pero…


- ¿Cómo así que no sabe? ¿Cuál es su rollo al fin y al cabo? ¿Cuál es su joderencia, ah?


- Pues carajo, insisto en que no se cómo me di cuenta, sencillamente me di cuenta y ya. Sólo cálmese y piense un momento. Analice los textos anteriores y fíjese luego en el último. No es que los otros fueran una mina de excelencias letrísticas, y puede que también fueran textos malos, no sé, pero este último fue demasiado malo como para que aquel no se diera cuenta de ello. Es más, el estilo es diferente a lo que ya le conocíamos… ¿Será que un día despertó diciendo: caramba, hoy me siento cursi y voy a escribir algo cursi para que todos vean lo cursi que me volví en todo el tiempo que no escribí entradas...? ¡No lo creo! Dese cuenta no más, el título vomitivo, los lugares fieramente comunes, la sensiblería pastosa, la repetición aparentemente ingenua y sin sentido de una palabra que fastidia al ojo y al oído si se repite más de cinco veces en tan pocas líneas y sin justificación… detalles que me parecieron, digamos, sospechosos. Y luego, al final, la clave.


- ¿La clave?


- Sí, la clave. O al menos siento que hay algo ahí, como una especie de guiño, cuando pone “Por eso hoy es día de lluvia”. Espacio. “Porque llueve”.


- Pues se trata de una horrible redundancia. ¿Qué clave puede haber?


- Muy simple. Si todo lo anterior parecía sospechoso, esto lo fue aún más. No es que lo esté sobreestimando, pero de verdad no creo que él sea tan bobotazo que no se dé cuenta de la redundancia tan obvia de esa última parte. Hoy es día de lluvia porque llueve. Es tan redundante y tan estúpida que destaca sobre el resto. Si con el texto en sí podría haberse filtrado un charquillo mínimo de duda, que diera la igualmente pequeña posibilidad de pensar que en efecto se le fueron las luces a este infeliz come bytes, con la frase final toda duda se destruye: Todo fue a propósito. Hay una intención tácita, enmascarada, enterrada allí, con una señal en la superficie que insinúa su presencia. ¿Qué querrá él al haber escrito algo así adrede? No sé, pero esto no me gusta.


- Para serle sincero, a mí tampoco. Esto se pone tenebroso. Quizá se trate de un pomplot--


- Complot, se escribe complot…


- ¡No!, pomplot, porque es más retorcido que un complot… es una trampa y quiere que caigamos en ella, porque es… ¡Un extraterrestre de tiempos de la Segunda Guerra Mundial que quiere abducirnos y escudriñar nuestros cuerpos para imitar nuestras figuras y pasar desapercibido y engañarlos a todos para invadirnos y convertirnos en esclavos que bailen mambo por todo el universo hasta el fin de nuestros tiempos!


- Ja, ja, ja… muy gracioso. Aparte del obvio y forzado sarcasmo, sabes bien que sería imposible. No tenemos exactamente lo que podría llamarse cuerpo, es decir… bueno, no importa ahora. No creo que haya nada de tenebroso o de siniestro con todo este rollo, pero sin embargo sigue sin gustarme. Me pone intranquilo…


- Bah, tonterías… suponiendo que aquel haya escrito ese trasto a propósito y con una firme intención, estoy seguro de que debe ser cualquier nimiedad, un ejercicio sin importancia, como los que a él le gustan. Es más, me inclino más por creer que en verdad se le fueron las luces. Digo, algún día tenía que pasar…


En eso te equivocas, remedo de ser.



- ¡¡!!


- ¡¡!!

- Mierda, nos estuvo observando todo el tiempo… ¡Horror! ¡Estamos perdidos! ¿Qué haremos, qué haremos?


Ya deja el sarcasmo, nunca te sale bien. Es obvio que escribí esa porquería de texto a propósito. Es más, me reía de lo estúpido que me iba saliendo. Y cuando lo iba terminando, se me ocurrió que podría dejarlo a la vista de ustedes. Sabía que en algún momento esperarían a que “me fuera” para comenzar a abalanzarse sobre él y destrozarlo como si fuera papel regalo, en especial tú. En ocasiones son tan predecibles…


- Hey, ¿Desde cuándo tanto tuteo? Que yo recuerde no le he dado confianza para ello…


- Carajo, ¡Cállese! no empeore más las cosas…



Pues puedo tutearlos cuando yo quiera; además eso no importa ahora. La cuestión es que hice el texto de esa forma para observar sus reacciones, cómo se desarrollaba su diálogo, qué direcciones tomaba, que forma iba tomando por el camino. Como una especie de experimento, podría decir. Y de alguna forma las cosas salieron como yo esperaba.



- ¿Y qué conclusión saca de todo esto?



Pues que nos hace falta movernos más. A todos. Por ejemplo, mi texto y el título de la entrada, con sus lugares comunes y todo, fueron una invitación a la crítica despiadada, al comentario cínico y desprovisto de buenas intenciones. Mi texto fue creado para ser demolido con saña, con sevicia. O al menos esperaba algún despliegue de ingenio, de exquisita ironía, de chiste fino y lleno de picardía. De algún modo esperaba algo de ustedes. Pero en lugar de eso me encuentro con unos comentarios fofos de tu parte y un diálogo desenvuelto en una forma muy corriente, con varios lugares comunes repartidos entre frases y formas de hablar (como una mezcla entre tono de traducción de algún texto gringo y otro británico, no sé si me entienden); sí, está bien, fue bueno que pudieras descubrir que había algo escondido, lo valoro. Pero con ese giro esperaba más juego de ustedes. No sé, estoy algo decepcionado.


- Pero hombre, usted sabe muy bien que todo este juego entre los tres no es nada original. No más mire a Nothomb, a Mahfuz… usted no está inventando nada nuevo, al menos en cuanto a estructuras de diálogos, y es muy probable que tampoco pueda agregar algo nuevo a la sopa. Y así es muy difícil que podamos hacer algo bueno a la primera…



- En eso él tiene razón… esta dinámica ya se habrá hecho en otra parte, ¿No?


- Claro que tengo razón, siempre la tengo… ahh, sólo somos un trío de lugarones comunotes…


Uhmmm… lugarones… suena divertido…


- Sí, pero no lo es, señor, a la larga no lo es…


Ejem... Bueno, volviendo al tema, sé que es posible que alguien, o un puñado de alguienes, ya hayan desarrollado algo similar, e incluso les haya salido mejor. Sé que sería un error decir que estoy intentando algo experimental, no sólo por lo que acabo de plantear, sino porque en últimas no estoy siguiendo un método (al menos no en el sentido estricto de la palabra), ni tengo una hipótesis y objetivos claros, ni trato de demostrar nada, aunque si deba admitir que hay algo de ensayo y error en el proceso. Sé que no puedo esperar que todo lo que hagamos esté libre de lugares comunes (es más, puede que todo este párrafo sea un lugar común, qué le vamos a hacer), porque en medio del aprendizaje debo enfrentarlos varias veces, porque son inevitables y hasta necesarios, porque quizá el truco o la gracia sea conocer cómo pueden ayudar a hacer comprensible y claro el texto, permitiendo que entren un poco al texto pero sin dejar que lo dominen y lo acaben convirtiendo en un pedazo de basura como el que está al principio de este enredo…


- Pues yo no veo esto como un enredo…


Pero yo sí. A veces debo esforzarme para no perderme, suele ocurrirme mucho. Lo que quería decir con todo esto es que si sigo con esas ideas nunca vamos a llegar a ninguna parte, y lo único que va a ocurrir es que nos quedemos varados varios meses en silencio, temiendo una inoportuna lluvia de lugares comunes en toda esta sequía.


- O sea que todo esto fue una especie de danza de la lluvia de lugares comunes…


No, ninguna danza y ninguna lluvia hubo aquí. De pronto una llovizna, un vientecillo húmedo de lugares comunes, o al menos eso espero, al menos eso prefiero creer… en fin, nada que no pueda manejarse. Sencillamente toca seguir jugando, a ver si entre juego y juego nos quitamos un poco el óxido y llegamos a algo interesante ¿No creen?


- Pues si usted lo dice, míster “Llueve en mi corazón, llueve en mi alma, llueve en mi mente”… Bah, para que me resisto, si se que tarde o temprano terminaría dándole la razón…


- Por aquello de que nosotros y él…


- Sí, por eso… pero Shhh… no lo mencione de a mucho. El solo hacerlo es incurrir en un lugar común, ¡Ojo!


Ahh, deje ya la bobada… por algo acabo de plantear que es una pérdida de tiempo temerle tanto a eso…


- Sí, pero yo solo decía… no me crean tan malintencionado tampoco… sólo quería poner un poco de desenfadamiento…


- Pues como con usted a veces las cosas son así, ya ni sabemos qué pensar de lo que dice…


- ¿Y ahora qué, se pusieron en mi contra? ¿El mundo vs. Yo? ¡No es justo!


- Oh, pero qué trágico te has vuelto… ya no soportas ni la más pequeña…


(BUENO, ¿ES QUE ESTE TRÍO DE HIJUEPUTAS NO VA A DEJAR DORMIR? ¿VAN A PONERSE OTRA VEZ CON SUS MARICADAS COMO SIEMPRE? ¿ES QUE ME QUIEREN VER PUTO O QUÉ, MALPARIDOS DESGRACIADOS?)


¿Y ése quién es?



- ¿?


- ¿?

jueves, 15 de julio de 2010

Olso por pasir de salo

Como ya va siendo usual, el título de esta entrada es, como algunos de los títulos que he puesto antes por aquí, una parodia interna. Hasta aquí no hay nada que se salga de aquello que llaman normal; muchos blogs se parodian a sí mismos en algún momento de sus procesos de vida, conscientes un dia de que su capacidad de hacer mofa de sus universos personales, cada vez que sea necesario o cada que se les ofrezca en gana, es un derecho que no necesitan pedir a nadie. Lo que me parece curioso en esta ocasión es que cada vez esto de generar títulos paródicos de las entradas de Heroedeleyenda para mis entradas ha ido perdiendo más y más su objetivo original (que puede ser inferido como el más sencillo acto de tomar del pelo, aunque usted o tú, lector, puede o puedes tomar otro camino de infértil interpretación), y se va convirtiendo en algo parecido a un capricho, a un antojo sin mucho escrúpulo pero sin mucha sustancia. Crear títulos bromísticos se me fue convirtiendo en algo unitario, que ya poco o nada tiene que ver con la entrada o el bloque de letras que arrojo luego al que me aguanta, o lo que es lo mismo, al que me lee.

¡Y pensar que usé el recurso de la parodia sólo una vez antes de ésta! ¡Qué pérdida de mi norte tan esquiva y acelerada!

¿Qué puedo esperar ahora? En el mejor de los casos, lo que podría resultar de adelante en ahora sería la rápida consolidación de un próximo título de entrada como una parodia independiente, rebelde incluso, que pretenda, solita y sin apoyo, dar su ataque bufonesco a quien sea, incluso si sólo se trata de un golpecito sin herradura (eso al título no le importaría, pues apreciaría sus logros más en términos cualitativos... en serio...). En el peor de los casos, podría temer que sólo salga de todo esto un masacote de ideas sin padrino, no carentes de lógica interna pero sí con un nefasto distraidor, en la forma de un título que dice algo pero aparte, lejano, como si gritara sus burlas desde otras tierras, porque le importaría un cebo deberle el beneficio de la antelación a la entrada, dejando al lector perplejo y sutilmente molesto.

¿Seguir con los títulos con referencias burlonas a este espacio de la atarraya? ¿Abandonar la idea por tacharla de escuálida en un momento dado y seguir con tonterías mal destiladas en el aire, en este aire de números pares que suele respirarse aquí? ¿Ser consciente del hecho de que no seguiré por ahora jodiendo con el tema, no tanto por la escasez de recursos retóricos afines al pueril tópico (aspecto que podría solucionarse con algo de paciencia y trabajo pausado pero ininterumpido), sino porque mi trasero se está quejando por haber permanecido horas seguidas en el mismo asiento?

Ahhh... preguntas estúpidas, que sazonan mi camino bloguero y llenan de absurdo pero divertido ego autista mis escribires... nunca permitan que las ultrajen con intentos amorfos de respuesta... vivan libres, inservibles, intrascendentes, y háganme felicioso...




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- Olso por pasir de salo... ¡Qué genial y qué inútil al mismo tiempo! Qué admirable sin duda ese desprecio por las cosas importantes...

- ¿De verdad ESO piensa? A la hora del postre yo no veo mayores pretensiones que las de embutir relleno por aquí con un minúsculo nudo de cohesión...

- Bahh... Por ahora no pienso hacerle caso. Bien puede irse a su rinconcito, mi señor.

- Yo tampoco pienso hacerle caso por ahora a su intolerancia hacia mis ideas y opiniones muy validosas y poco gastadas, frutos del derecho innegable de llevarle la contraria al mundo...

- Pues según lo que acaba de decir, no es muy creíble su posición.

- ¿Ah, sí?

- Ah, sí.

- Seeehhh...

- Bueeehhh...

viernes, 18 de junio de 2010

Pseudodiálogo obligado

- ¿Realmente es obligado?

- ¿Qué cosa?

- Pues esto que hacemos.

- ¿Y qué es lo que hacemos?

- Pues lo que dice el título.

- ¿Y desde cuándo nos fijamos en el título?

- Desde que... ¡Tan sólo léalo, el de hoy no es más que un ataque!

- Uhmmm...

- ¿Qué pasa?

- Pues...

- ¿Qué, qué sucede? ¿Por qué no lo suelta de una vez?

- Ya, hombre, deje el apuro... estoy organizando la idea...

- ¿Organizando? ¿De qué habla? ¿Dónde está su enfoque? ¡Estamos hablando de algo delicado y usted aun insiste con su tendencia a perderse en el camino!

- Sí, pero es que...

- ¿Qué, qué? ¿Qué trata de decir? ¿Cuál es su asunto, su estela? ¿Qué sucede con usted que no lo suelta?

- Bueno... la verdad...

- ¿La verdad qué, qué? ¿Qué CARAYES le está pasando?

- ¡Ya hombre, que usted está un tanto acelerado hoy!

- ¿Qué?

- Pues eso.

- ¿Por qué lo dice?

- Pues nada, por nada en especial.

- No me salga con tonterías, que si lo dijo fue por algo en especial... A estas alturas no es mucho lo que puede hacer para engañarme.

- Lo se, pero es que realmente no es nada especial lo que estaba pensando. Aunque si quiere ya se lo diré...

- Pues a ver... dígalo, sin demora...

- No acose, hombre, que no es una emergencia.

- Desde donde yo lo veo, esto podría ser una emergencia.

- Podría, mas no lo es. Así que...

- ¿Le parece que no estamos en estado de emergencia?

- Es que no lo estamos.

- Ya veo... así que, según sus deducciones, no estamos en ningún estado de emergencia. Por eso se queda ahí, pasivo, incólume, como si pasara una nada.

- Sí.

- Y todos tan contentos, ¿no?

- Ahá.

- Entiendo.

- Me parece bien.

- Entiendo que es usted un concreto estúpido.

- Ah. Eso sí no me parece bien.

- Pues si no le parece bien, mi tarado señor, no tiene que hacer otra cosa más que exponerme su desacuerdo de la forma que se le venga en gana, gazapo de porquería.

- Sabe, esto se está volviendo una lata...

- ¿Y puede el obtuso ser de nula aptitud para la vida ser tan amable de explicar por qué le parece que esto se está volviendo una lata?

- Uhmmm... Tan solo para que deje de joder le explicaré, aunque no sin dejarle claro que, si va a seguir con el tono arrabalero y masacotudo con el que me ha venido fastidiando, desde que comenzamos a hacer algo parecido a hablar, le aseguro que se quedará con la duda ocasionada por mi ausencia de respuesta, cobijada por un silencio tan espinoso que va a sentir punzadas sutiles en el alma cada vez que piense en las consecuencias de su exasperante actitud, ¿me ha entendido, caballerito?

- ...

- Consideraré esos puntos suspensivos como un dócil asentimiento. Vea, mire, lea, escuche, como quiera hacerlo o como le sea más fácil capturar lo que le voy a explicar: Ahora he que podido tener unos instantes de tranquila reflexión, he visto el título que nos aplican arriba, lo he estudiado con la mayor profundidad que permiten unos cuantos segundos de tiempo terrícola, y me he dado cuenta de que el rollo que tenía usted metido quien-sabe-donde y que lo tenía con esa presión tan enferma le impedía ver que, en primera instancia, el que sea o no
obligado no es asunto de nosotros, al menos en un sentido práctico, ¿Me estoy haciendo entender?

- Sí señor...

- Perfecto, eso me gusta... en segunda instancia, creo que podemos ponernos de acuerdo en que lo que hemos realizado hasta el momento dista de ser un diálogo: desde donde yo lo veo, más ha parecido una seguidilla de irritantes demostraciones de cuán corta es su paciencia para mantener amarradas sus conclusiones intolerantes dentro de su ser, una listilla de explosiones en la que me he visto infelizmente involucrado, sin saber muy bien durante unos momentos qué pasaba inicialmente... Así que, si no le molesta, concluyo que poner
pseudo diálogo no sólo resulta conveniente aquí, sino que además resulta ser un término muy amable que encubre la realidad (realidad extraña y sujeta a reglas que por ahora no comprendo, pero realidad para nosotros al fin y al cabo) de lo que tenemos entre líneas, simplemente una algarabía poco recíproca, acompañada de una insistencia ingenua e impaciente de su parte para obtener respuesta a una pregunta que ni siquiera había hecho bien. ¿Ve las luces que llegan y revolotean felices por su satisfecha "existencia" cuando se esfuerza por conseguir un poco de paciencia?

- Sí señor... tan sólo una cosa...

- Cuénteme no más.

- Puede que esto que hemos hecho sea independiente de la obligación que tenga o no "aquel" sujeto, y puede que no haya existido diálogo porque sencillamente nos hemos gastado el tiempo peleando, pero no me puede negar que esto ya se puso aburrido, y además por su culpa. Lo dejo ahí, quieto en la medida de lo posible, con su paciencia...

- Bahh.





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NOTA: ¿El peor diálogo publicado en Durazno Rojo hasta la fecha? ¿El más trillado y superficial al menos? Ante la falta de comentadores, pensaré por ahora que sí, aclarando, como siempre, que aquello me importa poquito, lo suficiente como para sufrir unos minutos y considerar la idea de no joder más con ejercicios de diálogos hasta que ésta se me difumina y se me pierde, como muchas ideas de renuncia que a veces tengo (por fortuna, imagino).

sábado, 8 de mayo de 2010

Intradiálogo con saña

- Y creo que hoy se me perdió el hilito para jalar. Se me escondió el verbo. Se me achicó el palabrero. Se me tostó el vocablo. Se me rompió la frase. Se me cayó el acto perceptible de teclear al piso y se me disolvió como burbujita en fregadero. Se me escapó el adverbio. Se me dañó el lenguaje. Se me agotó el ingenio. Se me estropeó la idea. Se me acabó. Se me...

- ¡Ah! Me encanta ver cómo sus lamentos sobreactuados tienen su lado irónico. Mire no más, se ha quejado como siempre de que hoy no tiene nada que decir, y sin embargo la 'deseperanza' le ha servido para enumerar su 'desgracia' con unas cuantas frasecillas que no serán el Novamás de la creatividad y que, en mi opinión, pecan de cierto manierismo coloquial, pero que me sugieren que no está del todo nulo para decir algo... es más... de repente presiento que hay algo detrás de todo esto... ¿A quién quiere impresionar? ¿Al lector extraviado allá afuera -que se entienda que aquí incluyo a ambos sexos, no se jorobe-, del que no sabemos si vendrá a vernos después o incluso antes de presenciar esta colosal fanfarronada? ¿A mi persona y "existencia", que no se preocupa más que por aprovechar todo lo que usted dice para mofarse y fastidiarle hasta convertir sus horas en deshoras? ¿A usted mismo, endeble conjunto de conciencia, mito y parodia, en un torpe intento por suplir su necesidad de justificación de su presencia en el mundo, por culpa de una experiencia no sensible del mismo que hace que su vida solo sea la ilusión de un fausto y lejano sentimiento de propiocepción, opacado siempre por un permanente estado de duda, y que trata de apaciguar con jueguillos de palabras que contradicen su credo y su forma de sufrirlo? ¿Ah? ¿Ah?

- ¿Pero de qué está hablando? No le entiendo... Es como si se estuviera tomando muy en serio mis pequeños juegos, y la verdad es que...

- Más bien es usted el que se está tomando muy en serio su propio juego, mi señor. Cree que puede engañarme con esa adusta falacia, enmascarada en ese tonito de patraña juguetona que tanto me irrita. Pero para su desgracia e infortunio se equivoca, mi señor, se equivoca terriblemente...

- ¿Pero de qué clase de engaños habla? Realmente no entiendo qué es lo que pasa, no lo...

- ...Sólo dígame qué es lo que en verdad pretende, cuáles son sus verdaderas intenciones con toda esta sucia parafernalia... y le diré que, aunque presumo que éstas cruzan la raya entre lo retorcido y patético, haré el esfuerzo de percibirlas como un poco más tolerables que esta tormenta insípida de canalladas con la que espera usted impresionarme futilmente...

- ¡Pero si sólo son formas que se me ocurrieron para expresar que un día como hoy no tenía de qué escribir! ¡Sólo era eso! ¿Qué he estado haciendo mal para que...

- ¡Pamplinas! ¡Rebuznos disonantes! Ya veo... ahora pretende fingir inocencia. Qué débil y repugnante recurso, típico de seres de su estirpe. Aunque bueno, ya sabía yo que no podía esperar nada bueno de personajes tan abyectos... Y es que debo decir que ahora me tomo el atrevimiento de observarle detenidamente, y sólo encuentro delante de mí a una lagartija hipócrita, a un sinverguenza de hueso podrido, a un proyecto malogrado de forma viviente, a un tumor en el zapato, a un vil experimento de falsa existencia que el cosmos desecha ante mí, a un trozo de boñiga seca, a un fracasado insurrecto, a un tarado pervertido que sólo arroja de su boca horripilantes modulaciones estentóreas, a un insecto desdichado, a un...

- Hombre, estoy confundido, aturdido, obnubilado, al borde de la parálisis, del colapso, del quiebre, del derrumbe, de la crisis, del paroxismo... ¿Por qué ahora ese cambio tan violento? ¿Por qué ahora me insulta? ¿Que es lo que...

- ¡Señor! ¡Usted no tiene el más mínimo derecho de formular preguntas! ¡Con semejante tramoya tan corrosiva urdida desde el inicio, quién sabe con qué demónicos objetivos, no creo que necesite mayor defensa! Más bien... ¡Soy yo el que necesita escudarse de la paulatina amenaza en la que usted se ha convertido! ¡Tramposo! ¡Corrompido! ¡Depravado! ¡Pérfido! ¡Embustero! ¡Malintencionado! ¡Farfullero! ¡Embrollador! ¡Falaz! ¡Peligroso! ¡Réprobo! ¡Pernicioso! ¡Insano! ¡Málefico!

- ¡YA BASTA! ¡PARE YA! ¿QUÉ PORQUERÍAS LE PASA? ¿TAN PARANOICO Y OBSESO LO TIENE EL TEMA? DETENGA ESTA VAINA YA MISMO, CARAJO, ¡QUE YA SE ME ESTÁ ROMPIENDO LA PACIENCIA!

- Uhmmm...

- ¿Y ahora qué, ah?

- Pues... Uhmmm...

- ¿Sí?

- Pues nada, que ha caído. Sencillo. Ha caído. Y de lleno. No puedo más que felicitarme.

- ¿Qué dijo?

- Que no puedo más que felicitarme, mi señor.

- NO, no eso, lo primero.

- Ah... que ha caído.

- ¿He caído?

- Y de qué manera, mi señor.

- De manera entonces que he caído.

- Excelente conclusión, si me permite.

- Ya veo... pues ahora pasó de los insultos a los cinismos. Se está pasando de la raya, está al margen, en el borde, en la arista, tanteando, rozando, palpando el límite. Y créame, si no me arroja una explicación congruente para todo lo que ha pasado, podría lamentarlo.

- No se enfade de más, mi señor. Sólo fue una broma insidiosa, de cierto mal gusto y tacto, lo acepto, pero muy efectiva. Sólo quería enfurecerlo, sacarle el bloque, como dicen en ciertos lugares. Como ve, quien trataba de engañarlo era yo, aunque debo admitir de igual forma que, dentro de esa acción un tanto reprochable de hace un momento, hay un motivo oculto. Le ofrecería de lleno mis disculpas, si no fuera por lo que habíta en el corazón de mi traviesa pilatuna...

- Querrá decir atravesada pilatuna...

- Bueno, sí, lo reconozco, mi jugarreta fue algo atravesada. Pero debe creerme cuando le digo que la mía fue una acción improvisada, pensada y ejecutada de golpe, sin lugar para cavilaciones o análisis. Tan sólo pude actuar, y por desgracia, únicamente de la única manera que conozco.

- ¿Tan sólo pudo actuar? ¿Cómo así? ¿Qué quería lograr de todo esto? ¿Por qué tantos adverbios? De nuevo estoy confundido.

- Perdone el exceso de adverbios, a veces se me escapan los condenados... pero bueno, no tienen mucho que ver en este rollo de todos modos, no nos desviemos mucho del asunto. Ahora, en cuanto a lo que quería de todo esto, le digo que en verdad quería ayudarle.

- ¿Ayudarme?

- Sí, ayudarle a encontrar un tema, una idea, el hilito que necesitaba para jalar, para que así usted pudiera escribir todo lo que quisiera y no le entrara la zozobra de la pantalla en blanco. Por eso, en cuanto usted comenzó su divagación, comenzó a embargarme, o mejor dicho, comenzó a embriagarme el temor de que en verdad pudiera usted quedarse sin qué escribir hoy. Y tanto a usted como a mí tal cosa nos desanima demasiado. No podía permitirme eso. No podía... tenía que hacer algo, y sin muchos aspavientos. Algo rápido.

- Y fue entonces cuando decidió insultarme. Vaya cosa.

- Lo se, lo se, se me estaba yendo el brazo con todo esto. Lo gracioso del caso es que de algún modo pensé que mi estrategia no funcionaría. Usted sabe, por lo que pasa con usted y conmigo... parecido a esperar que lo que se le grita al oído izquierdo no va a ser escuchado por el oído derecho, si no se ha buscado antes la manera de taparle...

- Bueno, es algo parecido, pero no es exactamente como yo lo plantearía, pues de todos modos...

- Espere, por favor. Permitame continuar. Como decía, En un principio pensé que mi repentina idea no daría resultado -la razón podríamos discutirla luego-. Y creame, pensé en abortar ese plan. Pero era tarde. Ya había iniciado con mi perorata hostil. Y usted sabe que cuando eso me pasa me es muy difícil parar. Y para colmo de males, lo admíto, me estaba divirtiendo con todo el asunto. Creo haberselo dicho al principio, me encanta fastidiarlo, aunque no al extremo al que me estaba acercando...

- Bueno... ahora que lo pienso, aquellos insultos no eran tan ofensivos como me pareció en ese momento. Podría decir incluso que... de algún modo... la mayoría de sus insultos tenían algo de ingenio.

- ¿De verdad lo piensa así?

- Sí... No veo por qué decir lo contrario. Es decir, no es que esos insultos fueran el Novamás de las ofensas... y creo que de alguna forma pecaban de cierto maniqueísmo parroquial... pero podía ver que no había nulidad en el pensamiento de quien los profería...

- Uhmmm... Lo merezco, sé que merezco que se me devuelva el daño hecho...

- Tampoco es cuestión de exagerar. Sólo bromebaba. Ya estoy más calmado que momentos atrás.

- Bueno, usted sabe que hablar de ese tipo de emociones es, en nuestro caso, algo ambiguo...

- Claro, claro, pero usted sabe a lo que me refiero. Sé que lo sabe, no finja.

- Está bien, no fingiré... y sí, se a lo que se refiere. Ahora bien, con respecto a lo que le explicaba...

- Sí, ya puedo suponer de que se trataba todo. Usted quería ayudarme a encontrar un tema para escribir, pero terminó metiéndose más de la cuenta en el papel de desconfiado y agresivo. ¿Estoy en lo cierto?

- En efecto, así es. Ahora sí, le ofrezco disculpas muchas...

- No tiene porque hacer esa bobada. Piense que a pesar de todo usted logró su objetivo. Si no hubiera sido así, no habríamos gastado todo el tiempo esta entrada en un mismo rollo. Además, si habla usted o hablo yo, técnicamente daría lo mismo.

- Qué bien. Entonces ganamos, ¡Le ganamos a la pantalla en blanco!

- Sí, ganamos, al menos por hoy. Ya veremos qué pasa después, cuando...

- Ole.

- ¿Qué pasa?

- Me acabo de dar cuenta de algo.

- ¿Ajá?

- Me pregunto si con sus frases alusivas a no saber de qué escribir usted ya había conseguido su tema sin mi ayuda...

sábado, 27 de febrero de 2010

Microdiálogo con dolor de garganta

- Mire que usted a veces me sorprende. O no a veces, más bien casi con frecuencia, la frecuencia que uno esperaría de alguien como usted. Verá... es como si algún modo se las arreglara para que uno no pueda predecir un gesto o un comentario suyo, y cómo no, es fácil cuando no se conocen datos sobre su pasado o algo suyo: en cuanto uno se pone a pensar en sus actos y sus palabras, sólo ve en el proceso puros recuerdos ambiguos y poco ortodoxos, como si uno los sacara de una tómbola para jugar bingo o algo parecido. Entonces con usted pasa eso, que es casi que impredecible; y aunque lo que le estoy diciendo puede sonar a halago, creame que no siempre lo es. Por lo general ese azar que usted maneja no es del todo agradable, porque creame, a veces no se qué esperar de usted... y si es capaz de salir con cualquier cosa, pues ¡Cualquier cosa puedo esperar de usted entonces, sea buena, mala o medieval! Mejor dicho, más que una tómbola, usted, sin ánimos de ofensa ni acribille, se asemeja a una ruleta rusa, y los porqués se los quedo debiendo, por aquello de no herir susceptibilidades ni hacer un mal manejo de elementos volátiles, lease su temperamento... Bueno... por fortuna hay momentos, aunque no muy extensos de hecho, en los que puedo anticipar, predecir y hasta controlar comportamientos suyos... y momentos como ésos son los que yo aprovecho, como éste del presente que compartimos, en el que se con seguridad la forma más probable de reacción de parte suya luego de lo que estuve comentando...

- ¿Ah, sí? ¿Puedo saber de qué forma espera que yo reaccione a lo que comenta usted de mí, príncipe de nada?

- Pues de la forma en la que usted acaba de reaccionar, de ésa y no de otra.

- Si espera que yo crea esa insulsa palabrería, veré que le...

- No necesita sulfurarse compadruelo, la cosa es más sencilla de lo que usted cree. Simplemente esperaba a que usted reaccionara ante lo que he comentado, sin importar la manera en la que dirija su reacción. O sea, yo sabía que usted iba a decir cualquier cosa después de mí. Nada menos, nada más.

- ¿Y a eso le llama usted 'controlar' mis comportamientos? ¿Esperar a que yo responda a lo que usted dice? ¿Realmente esa es su forma de control sobre mí persona, realmente es eso? Y por si acaso, tiene usted algún creativo nombre para denominar a tan maquiavélica y terrorible forma de control y poder sobre mí y el resto de los mortales, sucio engendro resbaloso?

- Sí, Míster Sarcasmus, a eso le llamo 'iniciar una conversación'. Y a lo que usted hizo le llamo 'seguir una conversación'.

- Ah.

- Jejeje... Lo dicho, dicho es, y combinando: Usted es una Tómbola Rusa.

sábado, 23 de enero de 2010

Autodiálogo entre el sopor (¿Parte I?)

- Tengo la impresión de que estoy logrando superar poco a poco los bloqueos téxticos frente a la pantalla del PC, que me espera siempre con indiferencia cada vez que intento sacar alguna cosa de mi cabeza para ponerla aquí. Ahora bien, pensando un poco en la dificultosa actividad de escribir en un artefacto tan multifuncional y tan frío (y tan caliente a la vez: sólo basta poner la mano en la fuente de poder de un computador para darnos cuenta del calor doloroso que genera), que me provee de muchas distracciones, me llena de muchos peros y me saca mucha energía, pienso que la lucha habría sido menos dura si, en vez de luchar contra el monitor con el procesador de texto en blanco, hubiera volcado mis esfuerzos en dominar de nuevo el papel periódico de mis blocks de notas, en los que usualmente me he sentido cómodo al escribir, dejando el computador para las transcripciones y correcciones antes de la publicación en el blog.

- Es una muy buena observación, a mi parecer. Sin embargo, debo preguntarle, aun si a usted esto pueda incomodarle: ¿Por qué no lo hizo en su momento? ¿Qué pasó en la brecha existente entre el pensamiento y el movimiento, de la que dependen precisamente los fallos de muchas decisiones y muchas acciones en este mundo, su mundo en este caso? ¿Quería acaso evitar los facilismos, imponerse un reto poco práctico y potencialmente frustrante? ¿No lo tuvo en consideración sino hasta cuando fue un poco tarde, es decir, cuando logró, con ímpetu pero con muchos tropiezos, un cierto avance al momento de escribir, avance que no es de todos modos muy grande, en el equipo multitarea, mal necesario y único puente por ahora para usted hacia la atarraya, que empero le hacía difícil concentrarse en sus escritos porque produce en usted una paradójica aridez para las tareas y el ocio constructivo, ofreciéndole por otro lado una esquizofrénica fuentería de datos y entretenimiento descarado, basado, en el peor de los casos, en la búsqueda incesante y casi que pervertida de juegos mata-zombies y en la edición de artículos inútiles de la Wikipedia?

- Es posible que sea una combinación de todo eso. No se, pienso que los estímulos que me causaban distracción actuaban como dentro de un sistema autosostenible, en el que podían anticipar mis rutinas de escritura y ofrecer sin demora alternativas de fácil absorción y rápida asimilación, que imagino yo me volverían adicto a buscar más distracciones... vamos, que de pronto son como una droga...

- ¿"De pronto" dice? Se atreve a dudar de que esa sea la principal razón de su bloqueo y su indisciplina? ¿Se ha vuelto usted tan descarado como lo que consume?

-
Bueno bueno, digamos que sí, que la analogía que acabo de hacer se ajusta muy bien al problema que describí en un principio. Pero mencioné también que ya estoy superando ese espinoso obstáculo, que ya estoy percibiendo avances, lentos pero satisfacedores. Y ahora que lo pienso, podría volver al block de notas que tengo en formato físico, pues así podría soltarme más de lo que ya me he soltado. Y ahora que también lo pienso, ¿Quién es usted para subrayar mis fallas y mis debilidades con tanta saña? Es más, y es una pregunta que debía hacerla desde un principio, ¿Quién es usted?

- Que usted pregunte eso es algo que me asombra. Debería ya saberlo.

- Uhmmm... ahora el asombrado soy yo. Veo que no ha entendido mi pregunta.

- ¿Cómo debería yo comprenderla entonces?

- Pues de una forma similar a la que usted pretende que yo entienda, no veo de otra. Usted a mí no me engaña: con esa forma de hablar tan acartonada y caótica sólo logra alimentar mi indisposición hacia esta charla...

- Sepa usted que usted a mí tampoco me engaña, ni lo ha logrado antes ni lo conseguirá ahora. ¿O es que cree que solo yo me expreso con obsequioso léxico? No crea que no he notado que nuestros estilos de expresión son similares, que tendemos a usar neologismos o a inventar palabras, que ambos solemos adornar nuestras frases con sutileza pero también con cierto dejo de ironía, aun si no sabemos a ciencia cierta si logramos los efectos que deseamos? ¿Cree que no lo he notado, de verdad lo cree?

-
Mire: de todo esto solo creo que el control de este evento se nos ha escapado de las manos. Mire no más como nos hemos desviado del tema.

- Cómo nos hemos desviado de usted y su ego, querrá decir.

- ¡Eso está fuera de contexto! Me está insinuando que usted piensa que todo este embrollo es solo un intento mío de hacerme ver como el escritorzuelo insulso y ególatra, con ínfulas de personaje reflexivo? ¿Piensa que anestesié mi humildad al momento de tratar de comprender mis comportamientos y decisiones, y que con mis problemas esenciales me percibo como un ente superior a usted y a sus deducciones insultantes?

- Conste que yo no lo dije, no hay necesidad ya...

- Pero si sólo trato de...

- ¿Cómo dice?

- Pues... de defenderme...

- No se esfuerce mucho en defenderse ante ataques imaginados, ya ve lo contraproducente que es... mejor nos organizamos y miramos qué queremos exactamente y cómo es que llegamos a generarnos un problema...

-
Está bien, es lo más sensato que he podido sentir de todo esto. Pero debe saber que yo no soy egocéntrico, ni ególatrista, ni egoico, ni egosexy, ni cualquier maluqueada con el prefijo ego-, ¿Entiende?

- Sí, como sea... (hehehe,
egosexy...)