Quienes me conocen saben el cariño especial que tengo por
Julio Ramón Ribeyo, también saben que he buscado por años su obra,
especialmente la palabra del mudo (cuentos completos) y la tentación del
fracaso (parte de sus diarios). Una búsqueda
Ardua en Colombia, pero casi sin sentido en Argentina donde no se publicó prácticamente
nada suyo y donde es un completo desconocido.
En mi paso por Perú logré hacerme con dos de sus novelas: Los
geniecillos dominicales y crónica de san Gabriel, pero de sus obras mayores tan
solo una pequeña edición pirata llamada la palabra del mudo, un librito rojo
con unas extrañas caras superpuestas dentro de girasoles. En su interior
tiene errores tipográficos en abundancia y solo unos veinte cuentos de Ribeyro,
cada uno acompañado con una de sus frases célebres. Libro que para mí tiene una
gran carga de afecto por lo que significó su búsqueda y su encuentro.
Hace unos meses estuvo la posibilidad de conseguir la palabra
del mudo en Colombia, en la feria del libro, pero por falta de seriedad de las
personas que podían ayudarme y por supuesto por la distancia todo se vino
abajo. También estuve a punto de quedarme con la tentación del fracaso en Lima,
pero problemas de distancia y de cambio de monedas lo impidieron de nuevo.
Cuando mis esperanzas habían vuelto a quedar flotando, apareció en internet una publicación
de la palabra del mudo, editado en España en dos mil diez. No lo pensé
demasiado, me aventuré hasta la librería en pleno centro de Buenos Aires y pude
hacerme con el libro. La alegría fue inmediata, me cambió la cara amarga y una
semana dura, por párrafos de felicidad y una enorme sonrisa. Contar con los
cuentos de Ribeyro es contar con parte de su amistad y de su agradable compañía.
Ahora solo queda ponerme al día, habitando esos mundos que le heredó a la
humanidad.
Estupendo, Carlos. Felicitaciones y ánimo. Queda en inmejorable compañía espiritual.
ResponderBorrarGracias, Daniel. Y si, quedo en hermosa compañía.
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