viernes, 15 de octubre de 2010

Un dia dentro de...

Esta mañana amanecí con la idea de no hablar con nadie diferente a mi mismo por un día y su noche. Me quede tendido sobre la cama hasta que el sol se posó sobre lo más alto de una de las paredes de mi cuarto y supe que era el momento de empezar mi día y asumir mi auto-imposición.

Debo decir que no ha sido difícil para mí, pues vivo abandonado a mi suerte, solamente me hablo con dos vecinos, los demás nada más que el saludo. Uno de ellos que si bien es muy silencioso y explorador de su interior se ha ido a un retiro espiritual a la provincia de Córdoba. El otro un hombre y su familia todos nacidos en Tucumán, bulliciosos y amigueros, pero que rara vez vienen a golpear a mi puerta, más bien hablo con ellos durante un asado el domingo o cuando “doy papaya” y me aparezco cerca de alguno de ellos. Y como he decidido no solo no hablar con nadie sino permanecer en completo encierro por el día de hoy las posibilidades de éxito son altas.

¿Para que una persona hace eso, y que hace una persona sin comunicarse con otras?

Esas dos preguntas me llevaron a tomar esta decisión y mirar hacia donde el silencio y la soledad me inducían.

Aquí mis conclusiones, digo MIS, pues cada existencia podrá obtener sus propias respuestas:

Con respecto al primero de mis planteamientos debo decir que en mi caso, lo hice para escucharme más a mí mismo, cosa que desde que estoy en la Argentina se ha vuelto mucho más importante que antes. También para entablar otro tipo de comunicaciones de forma más seria, comunicación con los libros, con la belleza de sus contenidos, para ver y sentir vívidamente su magia, para navegar en las notas de la música sin ningún tipo de distracción o preocupación mental. O incluso para escribir esta entrada y comunicarme con todos o con nadie, dependiendo de si alguien o ninguno se tome el trabajo de desgastar un poco mas sus ojos y elevar su imaginación y leer esto.

Se descubren más tipo de comunicaciones de las que somos conscientes cuando tenemos un medio principal y habitual de entablar comunicaciones, directamente con el exterior.

También me di cuenta que respondiendo a mi primer interrogante y sin darme cuenta respondí el segundo; muchas veces las preguntas pierden su fundamento cuando vemos resultas nuestras dudas y miedos en la práctica.

En el fondo, quizás también lo haga para pasar el tiempo de forma más divertida, creando juegos y retos para mí mismo, para experimentar las posibilidades que ofrece la vida y que cuando vives solo te puedes dar el lujo de contemplar.

Son las diecinueve horas, así como al abrir los ojos esta mañana observe la luz bailando sobre mi pared blanca, a hora la veo partir. Su danza se desplaza hasta kilómetros indómitos, lejos de una verdad absoluta para mí, pero desde mi unidad existencial puedo imaginar hacia donde ha ido, porque objeto abra remplazado mi pared blanca, de quien habrá hecho su nuevo parejo en la danza de la vida. Dulce era la calma del día, amable la noche se halla.

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