domingo, 21 de marzo de 2010

Guayabo o Resaca

Apenas puedo sostener la cabeza con dignidad. El dolor de existencia es tan fuerte que apenas consigo pensar, pensar que la vida a lo mejor tenga sentido, valga la pena; pero si se está del otro lado. Sin tufo a desconcierto, a whisky, a cerveza y a quien sabe que otras cosas más. A lo mejor respirar sea un acto sublime para el que mira por encima del hombro y con lastimera vergüenza ajena la pena del desdichado. Uno quisiera estar de ese lado, no siempre, solo en estas paupérrimas circunstancias. Ser ese idiota pasivo que no toma por que es malo y que solo se puede vanagloriar de su acto cuando alguien con exceso de pudor en la cabeza se rinde a sus pies, anhelando la sobriedad.

No puedo aun creer cuanto me pesan los microsegundos, como ha sido posible que el mundo haya colapsado de tan forma contra mi cabeza. Una cerveza aquí, otra allá, un saludo a un amigo del colegio y de repente un taxi me lleva hacia los laberinticos destinos de la ciudad con una botella de Old Par en la mano, whisky? Me pregunto, pero si yo no bebo esa vaina. Luego más licor, la madrugada fría, todo en un extrañamiento único hasta que rendido decido perpetuar más mi escape del mundo, y huir dentro de mi huida.

Me perdí por unas horas en el reparador mundo del sueño, pero con este recibimiento de la vida, este dolor, este mareo, este peso en la cabeza, hubiera sido mejor no despertar.

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