sábado, 26 de diciembre de 2009

Divagación sobre un video y una canción III

Ya lo había dicho antes: me gusta hacer segundas y terceras partes de las cosas. Y más cuando tengo la impresión de que mi caprichoso yo extraña hacer continuaciones de los temas que han sido gratos para su caprichosa existencia. Así que por ahora seré esclavo de las circunstancias y escribiré un poco, un poquito no más, como para quedar en paz con mis obsesiones.

De Corvus Corax supe hace unos años, en una de tantas búsquedas de no-se-qué cosas que nunca se me perdieron y que nunca encuentro, pero en las que de todos modos me llevo cosas para el deleite personal (en la mayoría de casos, valdría la pena aclarar). En un principio no me apetecía mucho su música, pues mi oído aún no se había atemperado a los extremos de la actualidad de esta entrada. Pero la vida en la atarraya se encarga de llevarnos de nuevo hacia lo que es bueno las veces que sean necesarias para que nos convenzamos de ello, y por ello hace poco re-descubrí los sabores medievales y frenéticos de estos germanos endiablados, y antes de que termine sobreadjetivando, diré que el reencuentro fue sabroso; pude ver con mayor claridad un sonido cargado de júbilo desordenado, concentrado en melodías enérgicas y de divertido misterio, que de alguna forma me hacen desear estar en algún loco recital protagonizado por ellos, borracho hasta las canillas, saltando en masa con personajes cercanos y lejanos, hipnotizados todos por gaitas, tambores y violas de rueda en las manos. ¡Qué fantástica orgía disfrutaríamos! Los tendré en cuenta si en algún momento futuro me da por concretar y limitar mis gustos musicales, momento que espero que no llegue jamás...

Soy consciente de que no he dicho todo lo que podría decir acerca de las impresiones e ideas emergentes tras escuchar y ver en una ventanita pixelada a estos monstruos. Es más, tengo la sensación de no haber dicho nada. Poco importa, e incluso me divierte la idea de no haber dicho nada en tantas líneas organizadas. Ya algún distraído sacará provecho de lo que he redactado. Eso sí, espero, que, como mínimo, más de un distraído encuentre en el pequeño rastro audiovisual que incluyo algo de lo que yo encontré en el mismo: ¡Ganas de empuñar las manos y gritar al ritmo del Saltarello en la sala o el estudio de la casa!

Sí, eso hice, y qué. Ahí les va, corderitos:


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nos gusta que prueben algo de nuestros frutos sin más, pero nos gusta más cuando nos hacen saber si los temas están jugosos, si hay muchas pepas entre ideas, si el sabor de su lectura es bueno o si están biches o muy maduros; Así que adelante, deja tu semilla, tu esputo, tu abono o tu espalda para recostarte, lo agradeceremos y sabremos darle su buen uso.