viernes, 19 de abril de 2013

A propósito del maestro


Hace poco pasó algo que me hizo recapacitar en un elemento muy importante para cualquier oficio creativo, al menos para el que empieza: la relación alumno-maestro. Así lo veo yo:

"Me parecía algo dado, algo cierto que todos sabían: a un maestro debes respetarlo casi como a un padre. Por algo te acoges a su criterio, a su taller, a su guía. De nada sirve que te aproximes a un maestro con terquedad y permitas que tu soberbia disminuya su figura a favor de la tuya y de tus percepciones miopes y poco desarrolladas. El maestro está allí por sacrificio propio, por talento propio, por destino propio, y eso es incuestionable. Si no apruebas su forma de ser o su método entonces déjalo y busca otro, pero sin odio, sin agresión. Esto es algo que yo siempre he tenido claro y que he manejado con todos mis maestros, aun por encima de la dureza con la que me enseñaron. Aunque llegué a creerme inútil, incapaz y poca cosa, nunca transferí esto a mis maestros, porque ellos para mí estuvieron una dimensión más allá, fuera del alcance de mi vanidad y de mi rabia, incluso del de mi amistad. A un maestro tengo que verlo como algo misterioso e inasible, como algo divino, puesto allí por una fuerza superior, como un elemento de luz. Mientras es mi maestro, lo despojo de su humanidad, al menos en lo más repugnante y vulnerable de esta, y lo idolatro. No me vuelvo un obsecuente ni el miembro de un club de fans, sino que su criterio y sus preceptos son, mientras esté bajo su amparo, válidos".

1 comentario:

  1. Siempre he compartido la idea de que ser maestro SI "es cuestión de fe", paciencia y dedicación; he tenido grandes maestros en mi vida, y a ellos les agradezco muchos aspectos de lo que soy ahora.
    Gracias por tu escrito Juan.

    ResponderBorrar

Nos gusta que prueben algo de nuestros frutos sin más, pero nos gusta más cuando nos hacen saber si los temas están jugosos, si hay muchas pepas entre ideas, si el sabor de su lectura es bueno o si están biches o muy maduros; Así que adelante, deja tu semilla, tu esputo, tu abono o tu espalda para recostarte, lo agradeceremos y sabremos darle su buen uso.