sábado, 6 de abril de 2013

A quién no la podrá leer

La vida siempre se había encargado de ponernos de alguna forma cerca del otro, no a nuestros cuerpos, hablo de nuestras almas, aunque hoy ya no creas en ella. Es eso, has cambiado, te has dado a la tarea de ser feliz, de acomodarte, de hallar tu punto de equilibrio en otra parte. Y haces bien, tu sabes lo que pienso, nadie más sabe lo que yo sé, lo mereces, en verdad lo mereces. 


Lo que pasa es que no quieres ver que yo sigo flotando en tu alma, aunque me hayas puesto en otra parte. Aunque trates de escuchar solo a tu futuro inmediato, a tu felicidad inmediata (que es de lo único que hablas últimamente) yo sigo incomodando a tu pecho, a tu estómago, con esa sensación de vacío, con esa sensación de que siempre te hace falta algo. 



Porque yo sé que me piensas cuando estás a solas, aún te escucho suplicar en las noches cuando él a tu lado yace tendido, veo como envidias su rostro sereno, su facilidad para conciliar el sueño que a tí hace rato te abandonó. No ves que tu alma se ha ido a otra parte, así como tu vida y la mía, te has convertido en un cuerpo que deambula por las calles, y la vida, la vida ya no está más de nuestro lado. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nos gusta que prueben algo de nuestros frutos sin más, pero nos gusta más cuando nos hacen saber si los temas están jugosos, si hay muchas pepas entre ideas, si el sabor de su lectura es bueno o si están biches o muy maduros; Así que adelante, deja tu semilla, tu esputo, tu abono o tu espalda para recostarte, lo agradeceremos y sabremos darle su buen uso.