viernes, 1 de marzo de 2013

A Olga orozco


Ya  me iba a la cama cuando apareció su voz. Esa voz oscura y rugosa  que yo sentía, ya me había habitado de alguna forma; aunque nunca la hubiese escuchando antes. Lo que quiero decir es que no era la primera vez que su voz venia a salvarme (Porque muchas veces somos salvados, aunque no nos demos cuenta, o no queramos darnos cuenta).

Ella estaba ahí, frente a mi pantalla, diciendo tantas cosas que no tuve otra opción más que mirarla, que perderme en esa atmósfera cálida y a la vez tenue que genera su presencia. Hablo de Olga Orozco, hablo de la poesía hecha carne, de la oscuridad hecha luz.  En esta ocasión se trataba de un especial sobre su vida transmitido por el canal Encuentro, que para mi desgracia terminó unos pocos minutos después. Mientras veía los créditos, decepcionado, solo atine a repetir, casi como un mantra “Ojala lo hubiera visto desde el principio”. Las propagandas llegaron y alisté todo para ahora sí, más derrotado que nunca, ir a la cama. “Ojala lo hubiera visto desde el principio”.

Pero mi sorpresa llegó cuando tras la propaganda empezó de nuevo el documental, ¿cómo era posible que en un canal de la televisión pública dieran dos veces seguidas el mismo programa? No, tenía que ser un error de ellos, o  quizás una contestación que me hacía Olga Orozco, estuviese donde estuviese. Preferí creer lo segundo y así fue que todo comenzó. Un reencuentro con los poemas y su poesía (No solo en los poemas hay poesía) ausente de mi vida por casi dos meses.



Yo escuché a Olga Orozco y ella a su manera divina hizo lo mismo conmigo, una vez más me rescató de los fríos infiernos, y yo ahora escribo estas palabras para demostrarles a los incrédulos, que si es posible hablar con los muertos. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nos gusta que prueben algo de nuestros frutos sin más, pero nos gusta más cuando nos hacen saber si los temas están jugosos, si hay muchas pepas entre ideas, si el sabor de su lectura es bueno o si están biches o muy maduros; Así que adelante, deja tu semilla, tu esputo, tu abono o tu espalda para recostarte, lo agradeceremos y sabremos darle su buen uso.