jueves, 7 de marzo de 2013

Esta vez sí lavé los platos


Tenía muchas ganas de escribir, pero se me fueron un poco luego de lavar los platos. No es que no me guste lavar los platos. De hecho, a veces disfruto quitando la grasa de los cubiertos, los vasos, las ollas y todas esas cosas, el contacto con el jabón, las burbujas que salen cuando la esponja entra en un vaso, la sensación en las manos frías y frescas luego de hacer el oficio y secarme. A veces hasta aprovecho para pensar; un amigo comentaba hace muchos años que si en una fiesta había que lavar los platos, él podía hacerlo con mucho gusto, porque siempre aprovechaba ese momento para pensar, era tiempo gratis, por decirlo de alguna manera. Y le hallo mucha razón en ello, ahora que yo también suelo hacerlo. Pero lavar los platos tiene sus peros: a veces la grasa y la mugre no es fácil de quitar, a veces hay mucho aceite y me desagrada el que no se me quite de las manos hasta que, tras mucho esfuerzo y espuma, logro quitarme la sustancia de mis dedos, pero entonces sigue el problema del  jabón de loza en las manos, y a veces tengo que ir al lavamanos y quitarme los restos con jabón de manos, hasta que mi obsesión por las manos limpias se calme. A veces la espalda me duele de tanto estar encorvado… es cierto que tengo que mejorar mi postura, pero es que casi cualquier lavaplatos que he usado es muy bajo y tengo que agacharme un poco, pues si no lo hago no alcanzo los platos, y como a veces puedo tardar más de 20 minutos en el lavaplatos dándole a las manchas, el dolor aparece pronto. Otro problema es cuando me enfrento a una lavada de loza sin una buena esponja, escaso de jabón, con un lavaplatos pequeño o con un lugar incómodo para ir acomodando las cosas que voy lavando. Eso me irrita mucho, y hace que me de pereza comenzar.

Bueno, en realidad me da pereza comenzar muchas cosas, soy muy flojo. O me he metido en la cabeza que lo soy, tal vez. ¿Por qué habré hecho eso? ¿De qué quiero evadirme? ¿Acaso no quiero dinero?

Últimamente pienso en cuánto aborrezco el dinero, en que todo se mueve bajo su influjo, y que la gran mayoría de las cosas que necesita o quiere la gente están mediadas por esa cosa. Y más recientemente me di cuenta de lo mucho que pienso en el dinero, aun cuando sea en contra de éste. Es un fastidio a veces pensar así. pero es que mi verdad es esa, no me gusta vivir en función de la plata, no me gusta, no quiero, a pesar de que este mundo ya está configurado para que mi no querer sea prácticamente imposible, no, no quiero… quizá eso es lo que ha hecho que, a propósito, últimamente ande sin un peso. Pero bueno, esa es otra cuestión, con la que francamente no quiero explayarme mucho por aquí. O quizá sí, pero no sabría qué decir luego de un par de líneas. O de pronto es la pereza, que vuelve a cada rato.

Se, o supongo, que tanta pereza física y de algún modo espiritual no me va a llevar muy lejos. Pero por ahora no importa mucho: no se a dónde ir (bueno, geográficamente sí, pero a esto no me refiero). De manera que si bien es bueno ir dejando la desidia en el camino, no pretendo darme mucha prisa. O al menos ahora digo eso. Espero que no sea muy tarde cuando levante la cabeza de la almohada y mire, espabilado, en qué me estoy convirtiendo…

1 comentario:

  1. Quizás, debería a empezar a lavar los platos a penas se termine de comer, es una buena forma de comenzar a salirle el paso a la pereza, y a la acumulación de tristezas y excusas.
    Abrazo.

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