miércoles, 6 de marzo de 2013

Manifiesto del escritor nocturno


Puede parecerte que soy un vago que se despierta a mediodía, que duerme demasiado. Pero por favor entiende: soy un ser nocturno. Yo soy quien cuida tu sueño, quien se mantiene vivo mientras todos caen en su pequeña muerte de todos los días. Yo soy quien mira por la ventana y siente al mundo descansar, yo soy quien va a avisarte si el planeta decide colapsar de noche. Yo soy quien vigila y quien se mantiene alerta. Si algo pasara: si un aparato se incendiara, si un ladrón entrara, si alguien quisiera hacerte algo, yo lo impediría, yo estaría allí para protegerte. Me importas y no quiero que te pase nada malo.

Yo respiro noche y silencio; la actividad del día me fulmina. Si me despierto a mediodía, a veces a las tres de la tarde, no lo hago por flojo; es porque he peleado, porque he tratado de hacer magia, porque he dejado mi alma, mi sangre, mi amor en un escrito, en palabras que seguramente después no me van a servir para nada o que yo mismo voy a despreciar. Pero lo hago, una y otra vez, porque sé que estoy destinado a eso. Es la única certeza que tengo. El caso es que estos trances, esta pelea frente al computador, esta exploración de mi espíritu, es demasiado… como una quimioterapia: quedo acabado, descompensado. No físicamente (aunque esto de ser escritor tiene sus rigores físicos: comes poco, duermes mal y vives en sitios feos, tienes que aguantar, sobrevivir, pelear, mantener el fusil, como en una guerra); quedo espiritualmente abatido, postrado. Necesito descanso: duermo durante el día, porque la luz del sol no me da nada.

¿Crees que quiero ser famoso?, ¿que busco aplausos y reconocimiento? Oh, sería agradable, me haría sonreír por un momento, pero no es mi naturaleza ni mi objetivo. ¿Crees que quiero vender?, ¿que me recuerden? Antes sí. Ahora es diferente, ahora quiero, o más bien necesito, entenderme, de eso se trata todo. Veo un tipo que escribe una novela ambientada en no sé qué época. Muy bonito, todos la alaban, la admiran, pero no me parece. En esto, si quieres ser verdadero, o si quieres alcanzar algo de verdad, tienes que estar dispuesto al sacrificio casi absoluto. Y por sacrificio me refiero a revelarte y poner tu alma en lo que haces: no armar historias bonitas en las que no apuestes tu sangre y tus lágrimas. Puedes apostar sudor, pero siempre sabe mejor la sangre, créeme.

Veo gente que trata de sostener una doble vida, que se aferra a la tabla de salvación de un trabajo, una rutina, una paga. ¿Crees que ese es mi ideal? Hace mucho que quiero destruirme, hace mucho que estoy en conflicto conmigo mismo. No. Ese mecanismo de preservación no va. Esto es una religión. Por suerte cuento con un maestro que lo ve como tal, que entiende este asunto así. Es un credo particular, en el que te flagelas y haces votos de pobreza. No importa: se trata de tener contacto, aunque sea por un instante, con la verdad del universo, con un pequeño secreto que te dé algo de luz. Y si luego cultivas esa luz y la mantienes despierta has hecho algo bueno, has sido literatura, aunque sea solo para ti; y si luego puedes predicar la palabra e irradiar esa misma luz, eres un ser más avanzado.

Yo ya escribí, yo ya me entendí. De todos modos todavía necesito hacer manifiesta esta verdad. No depende de mí ni es mi vanidad; es para lo que fui escogido y está por encima de mi voluntad. Que se venda o no, que se lea o no, no importa: ya habré cumplido mi misión.

“¿No quieres dinero?”. No. “¿Fama?”. No.

No rechazo eso, pero no son mi propósito. Yo estoy loco y no me da miedo morir en nombre de algo superior, de una fe. Creo en esto que estoy haciendo, aunque a veces no parezca, y estoy dispuesto a morir si es lo que me pide. Comer poco, dormir mal, estar triste, estar solo, no saber qué es el amor: para todo eso me he ido preparando, para todo eso tengo una firme cabeza. Eso sí que no me da miedo. Me da miedo hablarle a una mujer que me gusta o a un desconocido, me da miedo hablar por teléfono, me dan miedo las alturas, pero no me da miedo apostar mi vida. Quizá sea coraje, quizá sea estupidez, insensatez, autodestrucción.

1 comentario:

  1. Admiro su entrega y su sangre derramada. Pero creo que no son los únicos, que existen otras razas.Abrazo.

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