sábado, 30 de marzo de 2013

Sobre Vikingland



Hace unos días fui a ver una película muy particular, una película que como su propio director afirma no sé puede comparar con ninguna otra, su nombre es Vikingland. Se trata de un largometraje resultante de la revisión de veinte horas de grabación hechas por el marinero Luis Lomba y algunos de los tripulantes de un barco que transita por aguas congeladas entre Alemania y Dinamarca y que por largos periodos de la cinta creemos imaginar.

Dentro de la tripulación se encuentra el padre de Xurxo Gonzales, director de la película. Es por este camino que las cintas de VHS llegan a manos de Gonzales, que como él mismo afirma fueron salvadas del polvo y el olvido (La cintas fueron grabadas entre1993-1994).  

Gonzales decidió no agregar entrevistas a los participantes de aquel viaje, descubrió que el material se bastaba a sí mismo, en lo cual coincido plenamente. Sin embargo, esto lo hace en muchos momentos repetitivo y difícil de digerir; lo que lo hace exclusivo para personas con mucha paciencia y mente abierta. El director apunta a la construcción activa de la película por parte del espectador, a una transposición fantasmal de Moby Dick que parece asomarse a medida que se sigue el andar del barco y su tripulación por las aguas de la vida; La película apunta a encontrar en lo más cotidiano el valor único de cada momento.

Esto no quiere decir que Vikingland carezca de dinamismo y de escenas épicas como la cena de navidad y los constantes encuentros de Luis consigo mismo frente a la cámara.  Su naturalidad, su particular forma de asumir las cosas hacen de estos momentos un encuentro del espectador con su nada, con su intimidad en el instante mismo en que las luces del mundo se apagan y quedamos expuestos a lo que solo somos frente a nosotros mismos.

No debemos olvidar que las cintas inician siendo una forma de acercarse a su familia (iban siendo enviadas a su casa),  pero con el paso de los días la cámara se va volviendo una extensión del alma de Luis, una testigo de los miedos y vacíos de una tripulación de inmigrantes espectrales que por momentos desea perderse para siempre en las aguas del olvido. Creo que de ahí deriva las citas de Melville que usa Gonzales al inicio de la película  “A nosotros nos dieron por perdidos”. “El tiempo y el mar son infinitos”.

Yo sé lo que cuesta ver la película, también en algunos momentos pensé en saltar de la silla y arrancarme los pelos, pero encuentro en esas imágenes fantasmales algo luminoso, difícil de digerir la mayor parte del tiempo, adornado con matices y emociones que la hacen digna de ser vista.  Me parece que la película no es más que un viaje tortuoso en busca de una ballena esquiva, un viaje sin respuesta hacia lo que con plena hipocresía llamamos vida.

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