viernes, 1 de marzo de 2013

Nwankwo Kanu

Primero quise averiguar por qué Diaby se lesionaba tanto. Resulté viendo una foto de cuando le pegó a Terry en la final de una Carling Cup. Fui a Youtube a buscar el video y en mi búsqueda “Arsenal Chelsea” surgió este video.


Hay cosas curiosas que me llamaron la atención, como Le Saux haciéndoles pistola a los hinchas de Arsenal en la celebración del primer gol, el registro de Nelson Vivas y Suker como jugadores de Arsenal, el hueco tan grande a un costado del Stamford Bridge y a través del que se ve el cielo (lo que me hace suponer que le agregaron una tribuna más después para darle su apariencia actual). Me reencontré con la magia de Arsenal como equipo grande, como padre de Londres. Chelsea venía encarrilado, de golear al Manchester United (según Martin Tyler) y se perfilaba como un candidato al título. Iba ganándole a Arsenal 2 a 0: Chelsea parecía una amenaza seria. Entonces Arsenal dijo “No, pequeñito, equipito inferior. Tú no perteneces a estos pulsos por el título. Eso es cosa de Manchester United y yo. Vete de aquí”. En quince minutos se incorporó y le dio una cachetada que mandó su campaña al olvido. Qué tiempos aquellos, qué fútbol era ese. Cómo ha cambiado todo.

Ahí el fútbol se ve más duro, más físico. En ese video el fútbol se ve más tosco que el de ahora, las entradas eran más burdas. No por mucho, pero sí se nota la distancia, se nota la evolución que ha habido desde entonces. Por ejemplo, no creo que hoy pudiera jugar un arquero con pinta de electricista como Ed de Goey.

Este video me hizo recordar que Petit usaba el 17 —número que después usaría Song, con un aporte similar, también sustraído por el Barcelona—. Fue bueno ver al viejo Dixon por allí, a Parlour, que no era gran cosa pero corría y metía personalidad. Hace poco leí un artículo que proponía a Ramsey como un nuevo Parlour, y desde ese punto de vista no me pareció tan mala la idea de Ramsey en la titular de Arsenal: lucha, desgaste, trabajo en toda la cancha, carácter. Quizás eso pueda ser el aporte del tan criticado Ramsey.

Fue bueno ver la pifia que se mandó Henry, un poco a lo Walcott. Para ir más al extremo, a lo Gervinho. Mal control del balón en velocidad, desperdicio de un contraataque. Luego Henry se convirtió en una leyenda con estatua propia. Quizás aún haya esperanza para el atolondrado Gervinho y para Walcott.

Otro recuerdo agradable: la canción de la Premier.

Pero por encima está Kanu. “Kan U believe it?”. Por ese partido decidí acogerlo como uno de mis jugadores favoritos. Compré un afiche de él y en esa época en la que aún estaba suscrito a Junior Gunners había pedido que me enviaran una foto autografiada de él. El primer gol le salió casi de casualidad; en el segundo ya mostró algo más de instinto goleador con su primer toque, aunque creo se le fue un poco largo y la suerte le ayudó para que eso fuera más productivo. En el tercero también estuvo de buenas porque el rebote del rechazo le quedó ahí, pero pienso que la calidad atrae suerte. Ante ese favor del destino, Kanu respondió con toda su categoría, su frialdad, la personalidad que Arsenal merece. El electricista salió quién sabe a qué y Kanu lo dejó ahí tirado (“Húndete, equipito”). En esa época yo no gritaba tanto los goles, pero sí que me emocioné. Se afianzó mi incipiente pasión por este equipo. John Laguna y Christian Bozzo vitoreaban la hazaña y yo no lo podía creer. Simplemente sonreí, a solas frente a la majestad del rojo y mangas blancas.

Me da lástima que se haya ido tan silenciosamente, que su carrera como jugador se haya extinguido como si nada. Se hundió con el Portsmouth y adiós. Por el mismo camino ignominioso van Pires y Ljungberg. Cualquier hincha de Arsenal los va a recordar, pero el fútbol los está desechando como una baba. Nada de despedida como a Bergkamp, ni siquiera como la de Zidane, que se dio en una forma medio trágica pero en un marco tan  majestuoso como la final de un Mundial.

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